19/08/2017, 22:31
—Un pasadizo, o una trampa mortal —bromeó, mientras su interlocutor seguía probando todo lo que se le ocurriera. Pero los ojos de aquella piedra no se hundieron, ni así tampoco ninguna parte de su tallado rocoso y pedrusco. Permaneció perpetua y férrea ante los intentos de Riko, hasta que Kaido le puso la mano en el hombro y le instó a que se detuviera.
Algo le decía que, intentando lo que se le había ocurrido, quizás...
—¿Estamos en un Dojo, verdad? En un Valle insigne donde reciden muchos Samurai. Y los Samurai, ¿qué armas usan? espadas, ¿no? —finalmente, señaló la boca de la piedra—. ¿y si lo que debe entrar ahí es una katana, en cualquiera de sus formas? habría sido un buen sistema para los fanáticos del Kenjutsu que entrenasen en este lugar, antes de ser abandonado.
El escualo giró su torso y con la mano realizó un movimiento de tutorial, en el que desenvainó la Kodachi que yacía plenamente guardada en la funda detrás de su espalda. Un ligero clinc inundó la habitación, y las antorchas brillaron intensamente de manera súbita, como si sus llamas hubiesen sido víctimas de algún combustible. Luego, bajaron a su tenue luz habitual.
Kaido alzó el arma, y la dispuso frente al rostro de Riko.
—¿Nos harías el honor?
Algo le decía que, intentando lo que se le había ocurrido, quizás...
—¿Estamos en un Dojo, verdad? En un Valle insigne donde reciden muchos Samurai. Y los Samurai, ¿qué armas usan? espadas, ¿no? —finalmente, señaló la boca de la piedra—. ¿y si lo que debe entrar ahí es una katana, en cualquiera de sus formas? habría sido un buen sistema para los fanáticos del Kenjutsu que entrenasen en este lugar, antes de ser abandonado.
El escualo giró su torso y con la mano realizó un movimiento de tutorial, en el que desenvainó la Kodachi que yacía plenamente guardada en la funda detrás de su espalda. Un ligero clinc inundó la habitación, y las antorchas brillaron intensamente de manera súbita, como si sus llamas hubiesen sido víctimas de algún combustible. Luego, bajaron a su tenue luz habitual.
Kaido alzó el arma, y la dispuso frente al rostro de Riko.
—¿Nos harías el honor?