22/08/2017, 00:47
Tras ver todo lo que ocurría ante sus ojos desde una posición un tanto lejana por si acaso olía peligro, la kunoichi solo podía pegar brincos y subir sus patas delanteras a sus ojos, sin saber muy bien qué hacer. Hasta que el hombre del sombrero volvió a aparecer.
Justo cuando vio que Ayame volvía a su forma normal.
Ambos mantuvieron lo que parecía ser una conversación, y la kunoichi transformada, mientras; intentó seguir oculta lo máximo posible, siempre intentando mantener una corta distancia con la Amenia.
«¿Arisu? ¿No se llamaba Ayame? Se estará confundiendo... ¿O se conocen? No lo parece...»
Todavía no quería volver a su forma original ya que ella seguía oculta, sin embargo tampoco quería quedarse así por siempre y si la situación lo requería volvería a su estado normal y ayudaría a Ayame... Aunque ese hombre daba muy mala espina.
¿En qué hora Hokutoomori se había convertido en un lugar lleno de cosas extrañas?
Cuando Ayame se vio obligada a sentarse sobre la manta donde el hombre del sombrero extraño tenía su particular fiesta, y cuando Eri vio eso acudió, no sabía si por intentar ayudar o porque no se le ocurría otra cosa; al regazo de Ayame de un salto.
Con sus patas delanteras se apoyó en el pecho de la joven, mirándola a los ojos con el morro ligeramente fruncido. ¡Era hora de irse!
Justo cuando vio que Ayame volvía a su forma normal.
Ambos mantuvieron lo que parecía ser una conversación, y la kunoichi transformada, mientras; intentó seguir oculta lo máximo posible, siempre intentando mantener una corta distancia con la Amenia.
«¿Arisu? ¿No se llamaba Ayame? Se estará confundiendo... ¿O se conocen? No lo parece...»
Todavía no quería volver a su forma original ya que ella seguía oculta, sin embargo tampoco quería quedarse así por siempre y si la situación lo requería volvería a su estado normal y ayudaría a Ayame... Aunque ese hombre daba muy mala espina.
¿En qué hora Hokutoomori se había convertido en un lugar lleno de cosas extrañas?
Cuando Ayame se vio obligada a sentarse sobre la manta donde el hombre del sombrero extraño tenía su particular fiesta, y cuando Eri vio eso acudió, no sabía si por intentar ayudar o porque no se le ocurría otra cosa; al regazo de Ayame de un salto.
Con sus patas delanteras se apoyó en el pecho de la joven, mirándola a los ojos con el morro ligeramente fruncido. ¡Era hora de irse!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)