22/08/2017, 16:06
El gyojin se localizó muy cerca de su mentor, y aguardó, pacientemente, a que el proceso del que había hablado se acabase. Después de un rato, el artista despertó de su trance, desorientado, ligeramente atónito antre su propio trabajo, del que ya comenzaba a jactarse. Hacía tiempo que no se sentía tan inspirado, argumentó, antes de que concluyese que había sido suficiente trabajo por el día de hoy. Comer era prioritario, recuperar las energías y continuar las esculturas cuando hubiese trabajado el esquema mental de su arte en privado.
Finalmente, los sirvientes atendieron al llamado de su amo. Uno se acercó hasta Satomu, dejándole una bandeja de comida muy cerca y otra se acercó a los ninjas. Argumentó que Yosehara, el alguacil; les estaba buscando con urgencia. Y eso sólo podía significar una cosa.
—Tengo un mal presentimiento... —susurró el Uchiha, aunque lo suficientemente alto como para que sus compañeros se enterasen—. Creo que vamos a tener que luchar por segundo día consecutivo.
—Os lo dije ayer. Teníamos que habernos ido anoche, cuando tuvimos la oportunidad.
—Estad atentos, y no se alejen demasiado.
Yarou-dono tomó la delantera.
Atravesaron el umbral del despacho, y después de un par de cruces, llegaron hasta donde Yosehara. Akame fue el primero en increparle, con elegancia y respeto; sobre el motivo por el cual les había llamado. Kaido tan sólo se dedicó a darle una de esas miradas furtivas de las suyas, y Yarou, tan calmo como siempre, aguardó a que éste hablara, sin interrumpirlo.
Finalmente, los sirvientes atendieron al llamado de su amo. Uno se acercó hasta Satomu, dejándole una bandeja de comida muy cerca y otra se acercó a los ninjas. Argumentó que Yosehara, el alguacil; les estaba buscando con urgencia. Y eso sólo podía significar una cosa.
—Tengo un mal presentimiento... —susurró el Uchiha, aunque lo suficientemente alto como para que sus compañeros se enterasen—. Creo que vamos a tener que luchar por segundo día consecutivo.
—Os lo dije ayer. Teníamos que habernos ido anoche, cuando tuvimos la oportunidad.
—Estad atentos, y no se alejen demasiado.
Yarou-dono tomó la delantera.
Atravesaron el umbral del despacho, y después de un par de cruces, llegaron hasta donde Yosehara. Akame fue el primero en increparle, con elegancia y respeto; sobre el motivo por el cual les había llamado. Kaido tan sólo se dedicó a darle una de esas miradas furtivas de las suyas, y Yarou, tan calmo como siempre, aguardó a que éste hablara, sin interrumpirlo.