23/08/2017, 12:15
(Última modificación: 23/08/2017, 12:29 por Aotsuki Ayame.)
Tal y como había temido, los dos Rikos habían sido clones y no tardaron en deshacerse en un estallido de agua ante el daño de sus agujas. Por lo tanto, el verdadero tenía que estar cerca, esperando a su momento para atacar, y los ojos de Ayame rastreaban el campo de batalla con avidez mientras seguía retrocediendo.
«Ahí está.» Le vio salir del agua, con una técnica de ocultación notablemente inferior a su técnica de la hidratación.
Debían de separarles unos seis metros de distancia, si calculaba en base al alcance de su Mizuame Nabara y la distancia que había retrocedido para salir de la nube de humo. Pero no tuvo tiempo para bajar la guardia. Le había lanzado una enorme esfera de agua que se dirigía hacia ella a toda velocidad. Ayame esperó con el corazón latiéndole con fuerza, y cuando quedaban unos pocos metros para que impactara contra ella, se agachó e hizo que todo su cuerpo se licuara al mismo tiempo. El agua cayó con pesadez en el suelo, formando un nuevo charco de agua, y la técnica de Riko pasó por encima de ella. Ayame avanzó y prácticamente saltó del agua al tiempo que recuperaba su forma, y se lanzó a la carrera contra un oponente completamente fatigado y que apenas podía tenerse en pie.
«¡Está agotado! ¡Aprovecha!» Se urgió, al ver cómo había apoyado las manos en las rodillas para sostener el peso de su cuerpo y respiraba con profunda pesadez.
Tenía unos instantes que no pensaba desperdiciar.
Ayame entrelazó las manos todo lo rápido que fue capaz cuando estaba a mitad de camino, volvió a tomar aire, y expelió una nueva corriente de agua a presión que avanzó hacia el muchacho de Uzushiogakure a toda velocidad, buscando arrollarlo. Sin embargo, la muchacha se detuvo después con un gemido ahogado. Jadeaba, y el sudor perlaba su frente. Estaba agotada. Había gastado mucha energía y el combate se estaba alargando...
«Pero tengo que seguir... no puedo perder ahora... ¡No puedo!»
Sin embargo, como una respuesta a su silenciosa plegaria, algo comenzó a bombear en su interior. Era como si tuviera un corazón nuevo, que en lugar de repartir sangre al resto de su cuerpo, bombeara energía y repusiera sus fuerzas. Una energía que le hacía cosquillas en la piel y resultaba caliente hasta rozar el punto del quemazón. Y ese corazón provenía justamente del centro de su espalda.
«¿Qué está ocurriendo?» Se preguntó, temerosa.
PV:–
CK:– –
«Ahí está.» Le vio salir del agua, con una técnica de ocultación notablemente inferior a su técnica de la hidratación.
Debían de separarles unos seis metros de distancia, si calculaba en base al alcance de su Mizuame Nabara y la distancia que había retrocedido para salir de la nube de humo. Pero no tuvo tiempo para bajar la guardia. Le había lanzado una enorme esfera de agua que se dirigía hacia ella a toda velocidad. Ayame esperó con el corazón latiéndole con fuerza, y cuando quedaban unos pocos metros para que impactara contra ella, se agachó e hizo que todo su cuerpo se licuara al mismo tiempo. El agua cayó con pesadez en el suelo, formando un nuevo charco de agua, y la técnica de Riko pasó por encima de ella. Ayame avanzó y prácticamente saltó del agua al tiempo que recuperaba su forma, y se lanzó a la carrera contra un oponente completamente fatigado y que apenas podía tenerse en pie.
«¡Está agotado! ¡Aprovecha!» Se urgió, al ver cómo había apoyado las manos en las rodillas para sostener el peso de su cuerpo y respiraba con profunda pesadez.
Tenía unos instantes que no pensaba desperdiciar.
Ayame entrelazó las manos todo lo rápido que fue capaz cuando estaba a mitad de camino, volvió a tomar aire, y expelió una nueva corriente de agua a presión que avanzó hacia el muchacho de Uzushiogakure a toda velocidad, buscando arrollarlo. Sin embargo, la muchacha se detuvo después con un gemido ahogado. Jadeaba, y el sudor perlaba su frente. Estaba agotada. Había gastado mucha energía y el combate se estaba alargando...
«Pero tengo que seguir... no puedo perder ahora... ¡No puedo!»
Sin embargo, como una respuesta a su silenciosa plegaria, algo comenzó a bombear en su interior. Era como si tuviera un corazón nuevo, que en lugar de repartir sangre al resto de su cuerpo, bombeara energía y repusiera sus fuerzas. Una energía que le hacía cosquillas en la piel y resultaba caliente hasta rozar el punto del quemazón. Y ese corazón provenía justamente del centro de su espalda.
«¿Qué está ocurriendo?» Se preguntó, temerosa.
PV:
94/150
CK:
18/120
-24 CK
– -6 CK
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