26/08/2017, 17:33
La masa de agua gelatinosa que salió vívida desde las fauces de Riko le atrapó, impidiéndole acercarse hasta los linderos de Kyojinta. Habiendo terminado con el primer sello, se dirigió rápidamente al segundo, mientras Kyoraku luchaba intensamente contra aquella viscosidad que le sostenía desde los pies.
Pero tanto Riko como Kyojinta podían comprobar que la bestia, de a poco, se iba quedando sin fuerzas. Su tamaño fue decreciendo a paso lento, y sus músculos ya no estaban tan formados como antes. Sí, el gasto de chakra en ataques que quizás no habían sido del todo efectivos había disminuido su reserva robada, y para volver a hacer uso de las únicas dos formas de utilizar su chakra, tendría que volver a robar.
—¡Bien, muchacho, bien! ¡aguántalo un poco más!
El segundo sello fue recompuesto, y la segunda cadena, unida al otro brazo, se retrajo en súbito. La cueva se inundó del intenso sonido de las cadenas anclándose, las cuales arrastraron al cuerpo de Kyoraku hacia el Torii nuevamente, despojándolo de sus energías restantes. Sus piernas, que aún seguían libres, correspondían a los otros dos sellos restantes. Tendrían que terminar de sustentarlos de chakra cuanto antes, pero a Kyojinta ya no le quedaba chakra.
—Mierda, no... no puedo más.
Kaido emergió por detrás de Riko, sobándose la cabeza.
—Si puedo yo que me he llevado un buen cocotazo de el hijo de puta de tu "hermano", claro que puedes. O tienes, mejor dicho, que sino lo mejor será rajarle la garganta antes de que vuelva a liberarse.
Su rostro: un claro vestigio de su mal humor.
Pero tanto Riko como Kyojinta podían comprobar que la bestia, de a poco, se iba quedando sin fuerzas. Su tamaño fue decreciendo a paso lento, y sus músculos ya no estaban tan formados como antes. Sí, el gasto de chakra en ataques que quizás no habían sido del todo efectivos había disminuido su reserva robada, y para volver a hacer uso de las únicas dos formas de utilizar su chakra, tendría que volver a robar.
—¡Bien, muchacho, bien! ¡aguántalo un poco más!
El segundo sello fue recompuesto, y la segunda cadena, unida al otro brazo, se retrajo en súbito. La cueva se inundó del intenso sonido de las cadenas anclándose, las cuales arrastraron al cuerpo de Kyoraku hacia el Torii nuevamente, despojándolo de sus energías restantes. Sus piernas, que aún seguían libres, correspondían a los otros dos sellos restantes. Tendrían que terminar de sustentarlos de chakra cuanto antes, pero a Kyojinta ya no le quedaba chakra.
—Mierda, no... no puedo más.
Kaido emergió por detrás de Riko, sobándose la cabeza.
—Si puedo yo que me he llevado un buen cocotazo de el hijo de puta de tu "hermano", claro que puedes. O tienes, mejor dicho, que sino lo mejor será rajarle la garganta antes de que vuelva a liberarse.
Su rostro: un claro vestigio de su mal humor.