26/08/2017, 20:11
El gyojin trató de mantener el equilibrio por sobre el agua, ocupando su mente en que el flujo de chakra que envolvía sus pies no cediese en el momento más inesperado. Observando además como todo escalaba a un nivel preocupante, y de manera súbita; sin darle tiempo a los involucrados de que pensasen en una manera de que todos salieran sanos y salvos de aquella caverna que pronto se convertiría en un pilar de rocas en ruinas.
—¡Joder! ¡Kyojinta, tienes que venir con nosotros!
—¡No hay tiempo, iros ya; a mi espalda hay un túnel que os llevará al otro extremo de la cordillera, rápido!
Kyoraku le sostenía con todas sus fuerzas, y el poco chakra remanente en su cuerpo, cedió.
Kaido apretó los dientes, y apabullado por Riko y su urgencia, éste salió corriendo hacia donde Kyoraku le había señalado. Así que corrió, corrió y tuvo que esquivar, además, un buen puñado de piedras que amenazaban con partirle la cabeza, así como una vez lo pudo haber hecho el puño de Kyoraku. La caverna tembló y tembló como si una marea de bisontes estuviese pasando por encima de ella, y de a poco, todo comenzó a ceder.
Las escaleras que llevaban a la habitación contigua por donde los genin habían entrado se destruyeron, y las formaciones rocosas desde esa zona fueron tapujando todo a su alrededor. Roca tras roca, el área detrás de ellos fue llenándose de polvo hasta que finalmente, si daban un último vistazo hacia su retaguardia, verían como las enormes piedras caían encima de un sonriente y aliviado Kyojinta. Ambos fueron sepultados por el derrumbe.
—Mierda, mierda, métete ahí, Riko, ¡Ahí!
El escualo le empujó, y él se metió también. Y la luz detrás de ellos se apagó, el fuego del Torii despareció en el acto.
Ahí adentro del túnel, parecían estar a salvo. Ya nada temblaba, sólo que sería difícil para ellos respirar. Aún tenían un buen tramo que avanzar.
—¡Joder! ¡Kyojinta, tienes que venir con nosotros!
—¡No hay tiempo, iros ya; a mi espalda hay un túnel que os llevará al otro extremo de la cordillera, rápido!
Kyoraku le sostenía con todas sus fuerzas, y el poco chakra remanente en su cuerpo, cedió.
Kaido apretó los dientes, y apabullado por Riko y su urgencia, éste salió corriendo hacia donde Kyoraku le había señalado. Así que corrió, corrió y tuvo que esquivar, además, un buen puñado de piedras que amenazaban con partirle la cabeza, así como una vez lo pudo haber hecho el puño de Kyoraku. La caverna tembló y tembló como si una marea de bisontes estuviese pasando por encima de ella, y de a poco, todo comenzó a ceder.
Las escaleras que llevaban a la habitación contigua por donde los genin habían entrado se destruyeron, y las formaciones rocosas desde esa zona fueron tapujando todo a su alrededor. Roca tras roca, el área detrás de ellos fue llenándose de polvo hasta que finalmente, si daban un último vistazo hacia su retaguardia, verían como las enormes piedras caían encima de un sonriente y aliviado Kyojinta. Ambos fueron sepultados por el derrumbe.
—Mierda, mierda, métete ahí, Riko, ¡Ahí!
El escualo le empujó, y él se metió también. Y la luz detrás de ellos se apagó, el fuego del Torii despareció en el acto.
Ahí adentro del túnel, parecían estar a salvo. Ya nada temblaba, sólo que sería difícil para ellos respirar. Aún tenían un buen tramo que avanzar.