29/08/2017, 10:57
Pero apenas le dejó terminar la pregunta. Daruu se abalanzó sobre ella y la estrechó con fuerza entre sus brazos.
—M... ¡Me ahogas...! —gimió, pero no podía evitar sonreír, feliz. Aunque hubiese protestado, una parte de ella deseaba que aquel momento nunca terminara. Que Daruu siguiera estrujándola en aquel abrazo del oso y que la envolvía en su olor, reconfortante y al mismo tiempo con cierta esencia que le recordaba al bosque.
—¡Te echaba de menos! —exclamó él—. Supongo que tú también andas ocupada entrenando.
—Sí, la verdad es que no he parado desde que acabó la primera ronda y los médicos me dejaron en paz... —se abrazó aún más a él, con el aquel endemoniado rubor cubriendo de nuevo sus mejillas—. Pero... la verdad... es que yo también... te echaba de menos...
Daruu la soltó y se rascó la nuca con gesto indeciso.
—Eeeeeeeehhh... Bueno, v-verás —dijo—. Estaba haciendo unas espirales a la carbonara, y me preguntaba si tenías alguna que otra cebolla de sobra... y, bueno, si no tenías nada preparado para comer, quizás querrías compartir esas espirales conmigo.
«Me... me está invitando a comer con él...» Pensó, y el rubor de sus mejillas solo se intensificó aún más.
—¡C... claro! ¡Me encantaría! ¡Además me encanta la carbonara! —exclamó, sonriente. Pero enseguida soltó una pequeña carcajada—. Es curioso que me preguntes lo de la cebolla, porque yo tuve el mismo problema hace unos días... Menos mal que la buena de Aiko-san, me dejó una —explicó, señalando pasillo abajo, un par de puertas más hacia allá, hacia la habitación que quedaba justo antes de salir al jardín—. Pero me temo que ahora mismo no tengo ninguna... ¡Si quieres le pregunto si nos puede dejar otra! —añadió, con un pequeño saltito.
—M... ¡Me ahogas...! —gimió, pero no podía evitar sonreír, feliz. Aunque hubiese protestado, una parte de ella deseaba que aquel momento nunca terminara. Que Daruu siguiera estrujándola en aquel abrazo del oso y que la envolvía en su olor, reconfortante y al mismo tiempo con cierta esencia que le recordaba al bosque.
—¡Te echaba de menos! —exclamó él—. Supongo que tú también andas ocupada entrenando.
—Sí, la verdad es que no he parado desde que acabó la primera ronda y los médicos me dejaron en paz... —se abrazó aún más a él, con el aquel endemoniado rubor cubriendo de nuevo sus mejillas—. Pero... la verdad... es que yo también... te echaba de menos...
Daruu la soltó y se rascó la nuca con gesto indeciso.
—Eeeeeeeehhh... Bueno, v-verás —dijo—. Estaba haciendo unas espirales a la carbonara, y me preguntaba si tenías alguna que otra cebolla de sobra... y, bueno, si no tenías nada preparado para comer, quizás querrías compartir esas espirales conmigo.
«Me... me está invitando a comer con él...» Pensó, y el rubor de sus mejillas solo se intensificó aún más.
—¡C... claro! ¡Me encantaría! ¡Además me encanta la carbonara! —exclamó, sonriente. Pero enseguida soltó una pequeña carcajada—. Es curioso que me preguntes lo de la cebolla, porque yo tuve el mismo problema hace unos días... Menos mal que la buena de Aiko-san, me dejó una —explicó, señalando pasillo abajo, un par de puertas más hacia allá, hacia la habitación que quedaba justo antes de salir al jardín—. Pero me temo que ahora mismo no tengo ninguna... ¡Si quieres le pregunto si nos puede dejar otra! —añadió, con un pequeño saltito.