29/08/2017, 13:42
Un nuevo día amanecía en el Valle de los Dojos, sin duda alguna, uno de los menos calurosos de los que había pasado allí y eso era de agradecer. A pesar de eso, el sol no se escondía, simplemente brillaba con menos ganas, como si estuviera cansado de dar todo el calor que tenía y se estuviera tomando unas vacaciones.
El peliblanco, en un arrebato de rebeldía había decidido tomarse el día libre, hay que descansar de vez en cuando o los músculos estarían cansados a la hora del combate de la segunda ronda, y no quería eso, por lo que decidió marchar hacia uno de los extremos del valle, pegado a la cordillera que lo rodeaba donde había escuchado que era un lugar idóneo para realizar picnics o, simplemente, para vaguear un poco.
Tardó un rato en llegar, pasando por alguna de las plataformas de combate en donde había visto a unos cuantos shinobi entrenando todo tipo de estilos de combate, sin pararse detenidamente para ver a ninguno, lo cual podía ser un error, pero estaba decidido a no hacer nada aquel día.
«Joder, hay que ver lo bien que se está aquí.»
Estaba tirado en el césped que crecía en el lugar, a la orilla de un pequeño lago de aguas cristalinas que se encontraba al pie de las montañas, dándole al lugar un aspecto digno de visitar. Una leve brisa acariciaba su pelo y le refrescaba, sin duda alguna, podría tirarse allí todo el día, sin ninguna preocupación más que la de buscar comida cuando le entrara hambre.
El peliblanco, en un arrebato de rebeldía había decidido tomarse el día libre, hay que descansar de vez en cuando o los músculos estarían cansados a la hora del combate de la segunda ronda, y no quería eso, por lo que decidió marchar hacia uno de los extremos del valle, pegado a la cordillera que lo rodeaba donde había escuchado que era un lugar idóneo para realizar picnics o, simplemente, para vaguear un poco.
Tardó un rato en llegar, pasando por alguna de las plataformas de combate en donde había visto a unos cuantos shinobi entrenando todo tipo de estilos de combate, sin pararse detenidamente para ver a ninguno, lo cual podía ser un error, pero estaba decidido a no hacer nada aquel día.
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«Joder, hay que ver lo bien que se está aquí.»
Estaba tirado en el césped que crecía en el lugar, a la orilla de un pequeño lago de aguas cristalinas que se encontraba al pie de las montañas, dándole al lugar un aspecto digno de visitar. Una leve brisa acariciaba su pelo y le refrescaba, sin duda alguna, podría tirarse allí todo el día, sin ninguna preocupación más que la de buscar comida cuando le entrara hambre.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»