30/08/2017, 16:25
Aiko trató de calmar al recién llegado, y para ello alardeó de su poderío en las batallas, tanto así que ya se consideraba la ganadora del torneo que estaba teniendo lugar entre los genins de las diferentes villas, pero, sin dudas, se la veía lo suficientemente segura de sí misma como pare conseguirlo, y el uzunés comenzaba a pensar que aquello de la bravuconería era propio de la aldea de la lluvia.
Ambos jóvenes se quedaron allí por un rato, tratando de vislumbrar algo o alguien que fuera el causante de todo aquel alboroto pero, y a pesar del miedo del hombre nada ni nadie apareció por allí tratando de capturarle, aún así el huidizo no terminaba de calmarse.
— Mire, señor, aquí no viene nadie, si quiere le acompañamos a la capital e informa a la guardia sobre lo que le ha sucedido. — Sugirió el peliblanco.
El hombre le miró con ojos lastimeros, se notaba que, a pesar del miedo que sentía aquello no terminaba de convencerle, y rápidamente devolvió su mirada al frente, al lugar del que provenía.
— Tenéis... Tenéis que detenerlos... Yo he conseguido huir pero... pero... Hay más allí, nos tienen encerrados, ¡por favor, tenéis que ayudarme! — Las palabras del hombre no parecían tener mucho sentido, por lo que el peliblanco miró a su acompañante, esperando que fuera ella la que tomara la iniciativa en aquella ocasión, no en vano ella había sido a la que había acudido directamente en busca de ayuda, por lo que quizás con ella hablara de forma más tranquila.
Ambos jóvenes se quedaron allí por un rato, tratando de vislumbrar algo o alguien que fuera el causante de todo aquel alboroto pero, y a pesar del miedo del hombre nada ni nadie apareció por allí tratando de capturarle, aún así el huidizo no terminaba de calmarse.
— Mire, señor, aquí no viene nadie, si quiere le acompañamos a la capital e informa a la guardia sobre lo que le ha sucedido. — Sugirió el peliblanco.
El hombre le miró con ojos lastimeros, se notaba que, a pesar del miedo que sentía aquello no terminaba de convencerle, y rápidamente devolvió su mirada al frente, al lugar del que provenía.
— Tenéis... Tenéis que detenerlos... Yo he conseguido huir pero... pero... Hay más allí, nos tienen encerrados, ¡por favor, tenéis que ayudarme! — Las palabras del hombre no parecían tener mucho sentido, por lo que el peliblanco miró a su acompañante, esperando que fuera ella la que tomara la iniciativa en aquella ocasión, no en vano ella había sido a la que había acudido directamente en busca de ayuda, por lo que quizás con ella hablara de forma más tranquila.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»