30/08/2017, 17:43
El hombre debería estar realmente asustado, mucho. Catalogó a sus captores como "hombres malos", cosa que quizás sería lógica en un niño de tierna edad, no en un hombre. Afirmó no conocerlos, lo cuál no era de extrañar, al menos a ojos de Aiko. E hizo hincapié en que estaban en una cueva, encerrados en jaulas, y que había un total de cuatro rehenes mas. Sin embargo, no dio a mas, el hombre se llevó las manos a la cabeza, incapaz de seguir hablando sobre ello.
Riko actuó entonces, afirmando que los salvarían, y que se ocuparían de los "tipos malos". Así mismo, también le pidió al hombre que se marchase a las autoridades, e informase de inmediato. Entre tanto, él y la chica se ocuparían de todo. El hombre, contento con la decisión, recalcó un importante detalle sobre la cueva. En el suelo, en la misma entrada, había un dibujo de un dragón rojo. Éste no se despidió sin antes agradecer a ambos la ayuda.
—No hay de qué. —contestó la chica. —hora corre hacia los guardias, y avisa de lo que sucede.
Tras ello, la chica volvió la mirada hacia la maldita senda. Dejó caer un suspiro, y miró de reojo al genin que tenía a su lado. Apenas lo conocía, pero no parecía implicado en ésto. ¿Sería otra sucia jugarreta para conseguir atraparla y robarle la inmortalidad? No debía dudar de esa posibilidad...
—Espero que no sea otra vez el vendedor ese que intentó robarme la inmortalidad la última vez... aún debería estar en el hospital...
La verdad, era raro que fuese obra de ese tipo, debería haber escarmentado, ¿no?
Sin embargo, el rumor que había ido difundiendo no habría llegado solo a oídos de ese gordo, no cabía duda de que otras muchas personas querrían robar ese bien tan preciado y codiciado por la humanidad al completo. Pero bueno, tampoco debía dejar la posibilidad de que fuese cierto lo que el hombre decía a la suerte, si era cierto, esas cuatro personas corrían un peligro real e inminente.
—Bueno, vamos allá. —inquirió, para tras ello iniciar una carrera hacia el lugar del que huía el hombre.
«Una cueva con un dibujo de un dragón rojo en la entrada...»
Riko actuó entonces, afirmando que los salvarían, y que se ocuparían de los "tipos malos". Así mismo, también le pidió al hombre que se marchase a las autoridades, e informase de inmediato. Entre tanto, él y la chica se ocuparían de todo. El hombre, contento con la decisión, recalcó un importante detalle sobre la cueva. En el suelo, en la misma entrada, había un dibujo de un dragón rojo. Éste no se despidió sin antes agradecer a ambos la ayuda.
—No hay de qué. —contestó la chica. —hora corre hacia los guardias, y avisa de lo que sucede.
Tras ello, la chica volvió la mirada hacia la maldita senda. Dejó caer un suspiro, y miró de reojo al genin que tenía a su lado. Apenas lo conocía, pero no parecía implicado en ésto. ¿Sería otra sucia jugarreta para conseguir atraparla y robarle la inmortalidad? No debía dudar de esa posibilidad...
—Espero que no sea otra vez el vendedor ese que intentó robarme la inmortalidad la última vez... aún debería estar en el hospital...
La verdad, era raro que fuese obra de ese tipo, debería haber escarmentado, ¿no?
Sin embargo, el rumor que había ido difundiendo no habría llegado solo a oídos de ese gordo, no cabía duda de que otras muchas personas querrían robar ese bien tan preciado y codiciado por la humanidad al completo. Pero bueno, tampoco debía dejar la posibilidad de que fuese cierto lo que el hombre decía a la suerte, si era cierto, esas cuatro personas corrían un peligro real e inminente.
—Bueno, vamos allá. —inquirió, para tras ello iniciar una carrera hacia el lugar del que huía el hombre.
«Una cueva con un dibujo de un dragón rojo en la entrada...»