31/08/2017, 12:48
(Última modificación: 31/08/2017, 12:48 por Amedama Daruu.)
Ayame enseguida se sumó al plan de Daruu para comer, pero señaló que ella misma había tenido el problema hacía unos días, y tampoco tenía cebollas. Se la había dejado Aiko, que al parecer, se hospedaba varias puertas más hacia allá adentro. Recordaba vagamente haber visto a Aiko en Amegakure: una chavala pelirroja con tatuajes. Y ahora se rumoreaba que era inmortal. El bicho de la curiosidad le había picado en la nuca hace tiempo, pero lo importante ahora era la cebolla. Ayame sugirió ir a la habitación de Aiko a pedirle una.
—No, no creo que sea buena idea. —Daruu negó con la cabeza—. Ya le pediste tú una el otro día. No vamos a quitarle otra a la pobre.
«Igual nos manda a la mierda.»
—Como falta aún un poco para la hora de comer, podemos ir a comprar una rápidamente. Yo he venido a pedírtelo porque si la tenías tú nos ahorrábamos el viaje, pero vamos —explicó—. ¿Te vienes?
Con la cebolla ya comprada y metida en una bolsa que aferraba firmemente en la mano, Daruu giró la llave en su cerradura y entraron en la habitación. Quizás era pequeña para ellos dos, pero seguro que encontraban una manera de que Ayame se sentase a su lado en el escritorio, que era bastante ancho. Sólo les faltaba una silla, pero de camino habían comentado que podían coger cualquier cosa para que les sirviera de apoyo. Y si no, siempre se podía sentar uno en el borde de la cama, aunque fuese un poco incómodo.
—Bueno, está el tema de dónde vamos a comernos la carbonara —rio Daruu—. Como no me siente yo en la cama o algo...
Sacó la cebolla de la bolsa y comenzó a picarla. Empezó a prepararla en la sartén.
—Esto va a tardar un poco, de modo que déjame hablarte sobre algo que he estado meditando mientras... —dijo—. ¿Te apetece entrenar conmigo?
—Tengamos un pequeño combate, Ayame-chan. Después de comer. O esta tarde.
—No, no creo que sea buena idea. —Daruu negó con la cabeza—. Ya le pediste tú una el otro día. No vamos a quitarle otra a la pobre.
«Igual nos manda a la mierda.»
—Como falta aún un poco para la hora de comer, podemos ir a comprar una rápidamente. Yo he venido a pedírtelo porque si la tenías tú nos ahorrábamos el viaje, pero vamos —explicó—. ¿Te vienes?
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Con la cebolla ya comprada y metida en una bolsa que aferraba firmemente en la mano, Daruu giró la llave en su cerradura y entraron en la habitación. Quizás era pequeña para ellos dos, pero seguro que encontraban una manera de que Ayame se sentase a su lado en el escritorio, que era bastante ancho. Sólo les faltaba una silla, pero de camino habían comentado que podían coger cualquier cosa para que les sirviera de apoyo. Y si no, siempre se podía sentar uno en el borde de la cama, aunque fuese un poco incómodo.
—Bueno, está el tema de dónde vamos a comernos la carbonara —rio Daruu—. Como no me siente yo en la cama o algo...
Sacó la cebolla de la bolsa y comenzó a picarla. Empezó a prepararla en la sartén.
—Esto va a tardar un poco, de modo que déjame hablarte sobre algo que he estado meditando mientras... —dijo—. ¿Te apetece entrenar conmigo?
—Tengamos un pequeño combate, Ayame-chan. Después de comer. O esta tarde.