31/08/2017, 13:21
Las paredes de la cueva eran puro agua. Parecía que la propia piedra que conformaba las paredes estaba llorando, una cosa que realmente no era normal, menos teniendo en cuenta el calor que podía hacer en éstas fechas. Si fuese una cueva en los poblados del norte de Ame, hasta lo entendería, puesto que hay nieve por doquier, pero en ésta zona no había ni un ápice de hielo.
¿De donde diantres salía ese agua?
Sin embargo, esa pregunta no era del todo interesante en estos momentos. Lo principal, lo esencial, era mantener un buen sigilo, e infiltrarse sin ser vistos, como buenos shinobis. Casi parecía una aventura hecha a medida para ellos, una aventura en la que librarían a los pobres raptados de los hombres malos.
«Aún no entiendo esa expresión... ¿sería por el susto y el cansancio?»
Siguiendo el pobre reguero de luz, llegaron hasta el primer dilema de la cueva. La susodicha, se dividía en un par de caminos, dejando a manos de los chicos una ardua elección. Bueno, sería así si no estuviese la chica inmortal allí... por suerte o desgracia, sus habilidades podían bien catalogarla como una kunoichi de rastreo. Riko no tardó en preguntar a la pelirroja por donde debían ir.
—Fácil, iremos por los dos lados. —contestó, confiada. —Espera un momento.
De pronto, en vez de avanzar, extendió los brazos. Sus brazos se resquebrajaron, y partieron, convirtiéndose en un centenar de mariposas blancas, que claramente estaban hechas de papel. La transformación de las hojas en mariposas fue casi instantánea, no dejando lugar a la espera. Sin mas, se dividieron en dos grupos, y avanzaron por ambos caminos, con un vuelo tan suave como una danza de primavera.
Las mariposas no tardarían en revelar a la kunoichi la información necesaria para continuar avanzando.
¿De donde diantres salía ese agua?
Sin embargo, esa pregunta no era del todo interesante en estos momentos. Lo principal, lo esencial, era mantener un buen sigilo, e infiltrarse sin ser vistos, como buenos shinobis. Casi parecía una aventura hecha a medida para ellos, una aventura en la que librarían a los pobres raptados de los hombres malos.
«Aún no entiendo esa expresión... ¿sería por el susto y el cansancio?»
Siguiendo el pobre reguero de luz, llegaron hasta el primer dilema de la cueva. La susodicha, se dividía en un par de caminos, dejando a manos de los chicos una ardua elección. Bueno, sería así si no estuviese la chica inmortal allí... por suerte o desgracia, sus habilidades podían bien catalogarla como una kunoichi de rastreo. Riko no tardó en preguntar a la pelirroja por donde debían ir.
—Fácil, iremos por los dos lados. —contestó, confiada. —Espera un momento.
De pronto, en vez de avanzar, extendió los brazos. Sus brazos se resquebrajaron, y partieron, convirtiéndose en un centenar de mariposas blancas, que claramente estaban hechas de papel. La transformación de las hojas en mariposas fue casi instantánea, no dejando lugar a la espera. Sin mas, se dividieron en dos grupos, y avanzaron por ambos caminos, con un vuelo tan suave como una danza de primavera.
Las mariposas no tardarían en revelar a la kunoichi la información necesaria para continuar avanzando.