31/08/2017, 16:10
—¡TÚ! ¡Tú y yo tenemos que hablar de un par de cosas!
Los gritos sobresaltaron a Akame, que dio un respingo lo suficientemente fuerte como para que se le cayera el kasa de las manos. El tendero le fulminó con la mirada antes de recoger el sombrero, y luego posó sus ojos en el recién llegado. Seguramente pensó que un tercero en discordia no debía ser bueno para la negociación, que justo alcanzaba su punto álgido, porque dedicó a Riko una mirada casi más amenazadora.
—Hola, Riko-san —respondió Akame, tranquilo pero con una ceja enarcada en señal de escepticismo—. Ahora mismo estoy ocupado, pero si esperas unos... Cinco minutos, podré atenderte.
Ni corto ni perezoso el Uchiha se volvió, dejando a su compañero con dos palmos de narices, y siguió discutiendo con el comerciante.
Minutos después gennin y mercader se estrechaban la mano derecha mientras Akame le ponía a su rival cuatro billetes de veinte ryos en la mano. Feliz, el Uchiha se calzó el sombrero de paja —notando al instante cómo el Sol dejaba de machacarle la cabeza— y se dio media vuelta para continuar con los asuntos que le habían traído a Sendōshi aquel día. Sin embargo, al hacerlo vio de nuevo la figura de un muchacho de pelo blanco y ojos violetas que le miraban sin ningún tipo de aprecio.
—Ah, Riko-san —saludó de nuevo—. ¿Qué quieres?
Los gritos sobresaltaron a Akame, que dio un respingo lo suficientemente fuerte como para que se le cayera el kasa de las manos. El tendero le fulminó con la mirada antes de recoger el sombrero, y luego posó sus ojos en el recién llegado. Seguramente pensó que un tercero en discordia no debía ser bueno para la negociación, que justo alcanzaba su punto álgido, porque dedicó a Riko una mirada casi más amenazadora.
—Hola, Riko-san —respondió Akame, tranquilo pero con una ceja enarcada en señal de escepticismo—. Ahora mismo estoy ocupado, pero si esperas unos... Cinco minutos, podré atenderte.
Ni corto ni perezoso el Uchiha se volvió, dejando a su compañero con dos palmos de narices, y siguió discutiendo con el comerciante.
Minutos después gennin y mercader se estrechaban la mano derecha mientras Akame le ponía a su rival cuatro billetes de veinte ryos en la mano. Feliz, el Uchiha se calzó el sombrero de paja —notando al instante cómo el Sol dejaba de machacarle la cabeza— y se dio media vuelta para continuar con los asuntos que le habían traído a Sendōshi aquel día. Sin embargo, al hacerlo vio de nuevo la figura de un muchacho de pelo blanco y ojos violetas que le miraban sin ningún tipo de aprecio.
—Ah, Riko-san —saludó de nuevo—. ¿Qué quieres?