La pelirroja tenía su movimiento realizado, lástima que se tratase de un clon —pues se podría haber echado flores—, aunque por otro lado, menos mal. Un puñetazo como ese que recibió sería difícil de digerir, nunca mejor dicho. El clon estallaría en mil pedazos de papel, mientras que el otro torrente de papeles se formaba para la verdadera acometida. Sin embargo, antes de que ésta pudiese arremeter con todo, un fogonazo destilaría toda visión sobre el campo de batalla. Sin duda alguna, su oponente se las había arreglado para alzar un muro de luz que cubriese sus acciones, su próximo ataque, y queriéndolo o sin querer, entorpeciendo los de la pelirroja.
«¡Mierda! ¡mierda!» Bramó en pensamientos, mientras alzaba su codo izquierdo y recubría con su brazo el rostro, en un absurdo intento de evadir la luz. Sin embargo, el torrente de luz la pilló por el flanco, y por sorpresa, bloqueando gran parte de su visión, y dejando en evidencia la posición o actitud de su oponente.
Desvió la mirada incluso hacia el flanco derecho, en un acto estúpido de nuevo de intentar no quedar entorpecida por la acción de su oponente, pero había sido demasiado tarde, apenas vislumbraba colores, todo era borroso, puros manchones de color. Con los ojos entrecerrados, intentó ver que hacía su oponente, en un vano intento. Éste se había recuperado, puesto que sabía de la bomba de luz y había cubierto sus ojos, y rápidamente realizó un sello. De pronto, lanzaría una bocanada de agua directa hacia Aiko. La chica tan solo pudo ver un intenso color azul dirigirse directamente hacia ella, era obvio que se trataba de un ataque acuático de nuevo, alguna técnica de Suiton.
De pronto, un flash pasó por su cabeza, un recuerdo, una situación, un momento. El tiempo pareció detenerse, mientras que ella sonreía al público, y a su oponente.
Esa escena se repitió un centenar de veces en la cabeza de la chica, de hecho era de las pocas cosas en que pensaba en éstos días, en buscar que ese loco se equivocaba. Tenía varias opciones entre manos, pero había una que le haría hacerse famosa mucho antes que la otra. Ganar el torneo le daría una efímera fama, una fama que nada tenía que ver con lo que buscaba... descartada ésta, la mejor manera era...
La chica no pudo aguantar la carcajada, una risa que le salía del mismo alma. Extendió los brazos, y saltó directa hacia el ataque de su oponente, recibiéndolo con el pecho como si le pasasen una pelota de centre. —¡Jajajajajajaaja!
La onda de agua impactó de lleno con su torso, explotando en una bocanada de agua que escupió a la chica un par de metros hacia detrás. Ésta cayó de espaldas al suelo, no pudiendo evitar un quejido de dolor, un dolor que realmente le fue placentero —después de todo, se había acostumbrado al dolor— y terminó por reír de nuevo en el suelo, tumbada boca arriba.
—¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! —su risa se volvió aún mas fuerte. —¿¡ESO ES TODO LO QUE TIENES!?
La vista poco a poco se fue recuperando, entre tanto la chica se reincorporó poco a poco, si es que su oponente no se atrevía a interrumpir su escenita. Con una clara sonrisa entre dientes, la chica mostraba una actitud que hasta al mas valiente dejaría en duda.
—¿¡SABES CUÁNTAS VECES HE MUERTO!? ¿¡ESTO NO SON MAS QUE COSQUILLAS PARA UNA INMORTAL!?
La chica crujió el cuello de un lado a otro, e hincó su mirada —implacable— en su rival.
—¿Quieres que te enseñe lo que es un verdadero ataque, pececito? —amenazó la pelirroja al chico, con una macabra mirada.
«¡Mierda! ¡mierda!» Bramó en pensamientos, mientras alzaba su codo izquierdo y recubría con su brazo el rostro, en un absurdo intento de evadir la luz. Sin embargo, el torrente de luz la pilló por el flanco, y por sorpresa, bloqueando gran parte de su visión, y dejando en evidencia la posición o actitud de su oponente.
Desvió la mirada incluso hacia el flanco derecho, en un acto estúpido de nuevo de intentar no quedar entorpecida por la acción de su oponente, pero había sido demasiado tarde, apenas vislumbraba colores, todo era borroso, puros manchones de color. Con los ojos entrecerrados, intentó ver que hacía su oponente, en un vano intento. Éste se había recuperado, puesto que sabía de la bomba de luz y había cubierto sus ojos, y rápidamente realizó un sello. De pronto, lanzaría una bocanada de agua directa hacia Aiko. La chica tan solo pudo ver un intenso color azul dirigirse directamente hacia ella, era obvio que se trataba de un ataque acuático de nuevo, alguna técnica de Suiton.
De pronto, un flash pasó por su cabeza, un recuerdo, una situación, un momento. El tiempo pareció detenerse, mientras que ella sonreía al público, y a su oponente.
—No soy yo el malo de la historia, chica. Como buen demonio, te ofrezco un trato...
»Pasea libre, pero no escondas mas tu condición de inmortal. Di que eres la futura superheroína, una incapaz de morir, y que traerá paz y justicia al mundo. Haz tu mayor esfuerzo por promocionarte, porque todos sepan de ti. Cuando lo consigas, cuenta las horas del día en que no intentan matarte, pese a ser la supuesta justicia, quien traerá estabilidad y bienestar a todos... a ver quien tiene razón, si ellos o yo. A ver quién no intenta matarte pese a que fingas querer ayudarlos. Son egoístas, y malos de corazón. No buscan que nadie les ayude, buscan hacer sufrir al resto, y no dudarán en intentar matarte o quitarte la inmortalidad para ellos mismos.
Y con las mismas, tras ofrecerle un trato, la voz, la figura, y la esencia de ese demonio llamado Blame, desapareció en una vorágine de fuego negro, del fuego sacado del mismo infierno.
»Pasea libre, pero no escondas mas tu condición de inmortal. Di que eres la futura superheroína, una incapaz de morir, y que traerá paz y justicia al mundo. Haz tu mayor esfuerzo por promocionarte, porque todos sepan de ti. Cuando lo consigas, cuenta las horas del día en que no intentan matarte, pese a ser la supuesta justicia, quien traerá estabilidad y bienestar a todos... a ver quien tiene razón, si ellos o yo. A ver quién no intenta matarte pese a que fingas querer ayudarlos. Son egoístas, y malos de corazón. No buscan que nadie les ayude, buscan hacer sufrir al resto, y no dudarán en intentar matarte o quitarte la inmortalidad para ellos mismos.
Y con las mismas, tras ofrecerle un trato, la voz, la figura, y la esencia de ese demonio llamado Blame, desapareció en una vorágine de fuego negro, del fuego sacado del mismo infierno.
Esa escena se repitió un centenar de veces en la cabeza de la chica, de hecho era de las pocas cosas en que pensaba en éstos días, en buscar que ese loco se equivocaba. Tenía varias opciones entre manos, pero había una que le haría hacerse famosa mucho antes que la otra. Ganar el torneo le daría una efímera fama, una fama que nada tenía que ver con lo que buscaba... descartada ésta, la mejor manera era...
La chica no pudo aguantar la carcajada, una risa que le salía del mismo alma. Extendió los brazos, y saltó directa hacia el ataque de su oponente, recibiéndolo con el pecho como si le pasasen una pelota de centre. —¡Jajajajajajaaja!
La onda de agua impactó de lleno con su torso, explotando en una bocanada de agua que escupió a la chica un par de metros hacia detrás. Ésta cayó de espaldas al suelo, no pudiendo evitar un quejido de dolor, un dolor que realmente le fue placentero —después de todo, se había acostumbrado al dolor— y terminó por reír de nuevo en el suelo, tumbada boca arriba.
—¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! —su risa se volvió aún mas fuerte. —¿¡ESO ES TODO LO QUE TIENES!?
La vista poco a poco se fue recuperando, entre tanto la chica se reincorporó poco a poco, si es que su oponente no se atrevía a interrumpir su escenita. Con una clara sonrisa entre dientes, la chica mostraba una actitud que hasta al mas valiente dejaría en duda.
—¿¡SABES CUÁNTAS VECES HE MUERTO!? ¿¡ESTO NO SON MAS QUE COSQUILLAS PARA UNA INMORTAL!?
La chica crujió el cuello de un lado a otro, e hincó su mirada —implacable— en su rival.
—¿Quieres que te enseñe lo que es un verdadero ataque, pececito? —amenazó la pelirroja al chico, con una macabra mirada.