6/09/2017, 10:26
(Última modificación: 6/09/2017, 10:26 por Amedama Daruu.)
—¿Podría pedirle que cargue con ella hasta la salida, Shanise-san?
Hubo unos segundos de silencio, sólo interrumpido por los débiles sollozos de Ayame.
—Manase Mogura —dijo la jounin—. Esa sugerencia resulta osada viniendo de un ninja de bajo rango como tú.
Otros segundos de silencio.
—Sin embargo, lo dejaré pasar, porque resulta que es una idea cojonuda, de hecho, creo que no habrá otro remedio. —Se oyó un pequeño quejido cuando la mujer levantó a la niña y se la subió a caballito—. Bien. Ahora, agárrate a mi túnica, Mogura-kun. No te separes de mi, y haz exactamente lo que yo te diga, ¿de acuerdo?
»Tengo las manos ocupadas, y luego habrá que hacer algunas cosas.
La peculiar cuadrilla avanzó en la oscuridad. Se iban encontrando diversos cruces de caminos, algunos con una salida iluminada al final. En todos los casos, Shanise avanzó hacia la oscuridad, siempre huyendo de la luz. Siempre abandonando la vía evidente. Resultaba obvio que aquellos pasillos eran una trampa para alguien desesperado que tratase de avanzar hacia la luz lo antes posible.
Pero luego había otros cruces en los que no había luz alguna, y aún así se podía girar hacia un lado, o hacia otro, incluso hasta en tres sentidos diferentes. Shanise tomaba siempre un camino sin vacilar, y no se detenía nunca. A sus espaldas, extraños crujidos mataban a intrusos imaginarios.
Finalmente, se plantaron delante de una puerta con varias palancas y botones.
—Bien, Mogura-kun. Escucha con atención:
»Tira de la palanca de la izquierda. Luego de la de la derecha. Pulsa el botón rojo, luego el verde, luego de nuevo el rojo, y tira de la palanca central. Es muy importante que hagas eso en ese orden. Si lo necesitas,
te lo volveré a repetir cuantas veces haga falta. Pero por favor no te equivoques.
«Ayame está totalmente paralizada por el miedo y es incapaz de moverse ni de hablar. En el próximo turno, sólo actuará Mogura.»
Hubo unos segundos de silencio, sólo interrumpido por los débiles sollozos de Ayame.
—Manase Mogura —dijo la jounin—. Esa sugerencia resulta osada viniendo de un ninja de bajo rango como tú.
Otros segundos de silencio.
—Sin embargo, lo dejaré pasar, porque resulta que es una idea cojonuda, de hecho, creo que no habrá otro remedio. —Se oyó un pequeño quejido cuando la mujer levantó a la niña y se la subió a caballito—. Bien. Ahora, agárrate a mi túnica, Mogura-kun. No te separes de mi, y haz exactamente lo que yo te diga, ¿de acuerdo?
»Tengo las manos ocupadas, y luego habrá que hacer algunas cosas.
La peculiar cuadrilla avanzó en la oscuridad. Se iban encontrando diversos cruces de caminos, algunos con una salida iluminada al final. En todos los casos, Shanise avanzó hacia la oscuridad, siempre huyendo de la luz. Siempre abandonando la vía evidente. Resultaba obvio que aquellos pasillos eran una trampa para alguien desesperado que tratase de avanzar hacia la luz lo antes posible.
Pero luego había otros cruces en los que no había luz alguna, y aún así se podía girar hacia un lado, o hacia otro, incluso hasta en tres sentidos diferentes. Shanise tomaba siempre un camino sin vacilar, y no se detenía nunca. A sus espaldas, extraños crujidos mataban a intrusos imaginarios.
Finalmente, se plantaron delante de una puerta con varias palancas y botones.
—Bien, Mogura-kun. Escucha con atención:
»Tira de la palanca de la izquierda. Luego de la de la derecha. Pulsa el botón rojo, luego el verde, luego de nuevo el rojo, y tira de la palanca central. Es muy importante que hagas eso en ese orden. Si lo necesitas,
te lo volveré a repetir cuantas veces haga falta. Pero por favor no te equivoques.
«Ayame está totalmente paralizada por el miedo y es incapaz de moverse ni de hablar. En el próximo turno, sólo actuará Mogura.»
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