7/09/2017, 13:35
—¡Eh, has hecho trampa! —le increpó Daruu, y no era para menos.
Ayame se encogió sobre sí misma sumida bajo el peso de la culpa, pero antes de que se le pudiera ocurrir una respuesta su oponente adoptó la misma postura de combate que le había visto realizar antes: con los brazos flexionados y las palmas hacia delante. Parecía que el combate retornaba a la normalidad...
Pero entonces las venas en torno a los ojos de Daruu se hincharon y el muchacho clavó en ella aquellos escalofriantes ojos que parecían mirar en el interior de su alma.
—Está bien, tú lo has querido, tramposa. —Sonrió—. Luchemos.
—Q... ¡¿Qué?! —exclamó ella, con un hilo de voz—. E... ¡Espera!
Pero Daruu no estaba dispuesto a dejarle unos segundos de respiro. Se abalanzó sobre ella, y Ayame se vio obligada a saltar hacia un lado para evitar que la golpeara con la palma en el pecho.
—¡Ha sido sin querer! ¡Vamos a acabar haciéndonos daño! —dijo, y no pudo evitar que un tinte de súplica y temor inundara su voz.
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Ayame se encogió sobre sí misma sumida bajo el peso de la culpa, pero antes de que se le pudiera ocurrir una respuesta su oponente adoptó la misma postura de combate que le había visto realizar antes: con los brazos flexionados y las palmas hacia delante. Parecía que el combate retornaba a la normalidad...
Pero entonces las venas en torno a los ojos de Daruu se hincharon y el muchacho clavó en ella aquellos escalofriantes ojos que parecían mirar en el interior de su alma.
—Está bien, tú lo has querido, tramposa. —Sonrió—. Luchemos.
—Q... ¡¿Qué?! —exclamó ella, con un hilo de voz—. E... ¡Espera!
Pero Daruu no estaba dispuesto a dejarle unos segundos de respiro. Se abalanzó sobre ella, y Ayame se vio obligada a saltar hacia un lado para evitar que la golpeara con la palma en el pecho.
—¡Ha sido sin querer! ¡Vamos a acabar haciéndonos daño! —dijo, y no pudo evitar que un tinte de súplica y temor inundara su voz.
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