8/09/2017, 02:21
Tras cerrar la puerta, saqué un pantalón y una franela manga larga, guantes, gorro, una chaqueta, una bufanda y unas botas; esperaba que no se me escapase nada... Fue cuestión de minutos para verme envuelto de toda aquella maraña de tela, bueno lo único que no me había puesto encima era la chaqueta, que la llevaba en el brazo. Vestía con una botas negras, pantalón azul agua, franela gris con detalles en blanco, los guantes y el gorro eran blanco igual, mientras que la bufanda era azul y la chaqueta roja fluorescente. Tiré una mirada breve a mi hermano quien yacía postrado en su cómoda cama y entonces abandoné la habitación en compañía del moreno.
—Te va a dar un dolor de estómago...— Mencioné al pensar el revoltillo que haría el estómago del peliblanco, panqueques con tocino y huevo frito... Una bomba que estallaría en cualquier momento, o bueno eso era a mi parecer; por mi parte comí solo los panqueques con sirope y jugo de naranja, me tomé mi tiempo picando y comiendo trozo por trozo, todo con calma ya que aún tenía un poco de sueño.
Nuestros pasos nos llevaron hasta el establo que estaba a unos cuantos metros del hotel, y yo ya tenía mi chaqueta de color escandaloso puesto, el frío del exterior era azotador y mi piel ya se había erizado, mi cuerpo agradeció el calor que mantenía con la nueva prenda y aún más cuando nos refugiamos en el interior del establo. Mis orbes pasearon lentamente por cada uno de las áreas, observando a aquellos caballos que parecían bien cuidados y con un pelaje esplendido, un poco más allá logre ver una hermosa manada de lobos, tenían porte, presencia, decisión en sus miradas... Realmente me llamaron mucho la atención; y un poco más allá estaba un señor jorobado quien era el encargado de los siervos, nos dio una instrucción y fue cuestión de tiempo para volvernos a encontrar en el exterior.
—Ahí vienen.— Anuncié mientras la figura del señor se acercaba con dos bestias atadas por unas cuerdas. —Sí, yo no había visto uno tan cerca...— Admití cuando estaba frente al animal, sus cuernos se alzaban como las raíces de un árbol. El encargado estaba diciendo varias cosas importantes sobre los renos, pero mi atención estaba en el tamaño y presencia que imponían.
—Supongo que sí, y ¿tú?— Tras el comentario, me subí al reno colocando los pies en cada uno de los agarres y tomé el mando con ambas manos. —Con tal de que no salga corriendo todo estará bien jeje. Bien ¿por donde es el camino?— Miré en todas las direcciones buscando la sendera indicada.
...
—Te va a dar un dolor de estómago...— Mencioné al pensar el revoltillo que haría el estómago del peliblanco, panqueques con tocino y huevo frito... Una bomba que estallaría en cualquier momento, o bueno eso era a mi parecer; por mi parte comí solo los panqueques con sirope y jugo de naranja, me tomé mi tiempo picando y comiendo trozo por trozo, todo con calma ya que aún tenía un poco de sueño.
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Nuestros pasos nos llevaron hasta el establo que estaba a unos cuantos metros del hotel, y yo ya tenía mi chaqueta de color escandaloso puesto, el frío del exterior era azotador y mi piel ya se había erizado, mi cuerpo agradeció el calor que mantenía con la nueva prenda y aún más cuando nos refugiamos en el interior del establo. Mis orbes pasearon lentamente por cada uno de las áreas, observando a aquellos caballos que parecían bien cuidados y con un pelaje esplendido, un poco más allá logre ver una hermosa manada de lobos, tenían porte, presencia, decisión en sus miradas... Realmente me llamaron mucho la atención; y un poco más allá estaba un señor jorobado quien era el encargado de los siervos, nos dio una instrucción y fue cuestión de tiempo para volvernos a encontrar en el exterior.
—Ahí vienen.— Anuncié mientras la figura del señor se acercaba con dos bestias atadas por unas cuerdas. —Sí, yo no había visto uno tan cerca...— Admití cuando estaba frente al animal, sus cuernos se alzaban como las raíces de un árbol. El encargado estaba diciendo varias cosas importantes sobre los renos, pero mi atención estaba en el tamaño y presencia que imponían.
—Supongo que sí, y ¿tú?— Tras el comentario, me subí al reno colocando los pies en cada uno de los agarres y tomé el mando con ambas manos. —Con tal de que no salga corriendo todo estará bien jeje. Bien ¿por donde es el camino?— Miré en todas las direcciones buscando la sendera indicada.