9/09/2017, 20:04
(Última modificación: 9/09/2017, 20:04 por Amedama Daruu.)
Pero Ayame gritó. Gritó todo lo fuerte que pudo y amplificó el grito con su propio chakra. El grito rompió la burbuja de agua haciendo estallar la parte de atrás, lanzó al Mizu Bunshin de Marun por los aires, quien colisionó contra la barandilla de palacio, estallando. El grito llegó fuerte y lejos.
—¡No! ¡¡Mierda, no!! —vociferó Marun, y se abalanzó sobre Ayame haciendo sellos con sólo una mano.
Las habilidades de Marun eran increíbles. Superaban las suyas por mucho, y ella estaba agotada por el yugo de la prisión acuática. Por eso, cuando él ya había posado la mano sobre su espalda, no había mucho más que pudiera hacer.
La había atrapado de nuevo.
—Eres... eres... —balbuceó—. ¿¡Por qué te eligieron a ti!? ¿¡Por qué a ti, para ser jinchuuriki!? ¡¡Alguien que no aprecia el noble linaje al que pertenece, alguien que...!!
Marun movió la espada rápidamente y la infundió en chakra eléctrico. Hizo que el filo tocara la esfera, y el mordisco de la corriente sacudió a Ayame como una furiosa tormenta.
—Lo has arruinado todo... Y pensar que los jefes siguen interesados en ti... Deberían sacarte el monstruo... ¡Debería ser yo!
—Ayame, grita. Grita más fuerte. —Una voz femenina habló desde dentro, desde todos y desde ningún lugar a la vez—. ¡Grita, y aplástalo!
Un torrente de chakra la envolvió y la llenó de energía, alivió su dolor e hizo que sus ojos y sus dientes cambiaran de forma...
—¡Mogura-san, Mogura-san! ¡MANASE MOGURA, DESPIERTA! —Shanise zarandeaba a Mogura. Pero estaba roncando, con la boca abierta, espatarrado en la cama. No se había enterado—. ¡¡Es Ayame, vamos, Mogura-san!!
»Demonios, cómo duerme este condenado.
Shanise formuló una rápida serie de sellos, y lanzó un pequeño torrente de agua sobre el médico.
—¡Mizurappa! ¡Despierta, Manase! ¡¡ES URGENTE, AYAME ESTÁ EN PELIGRO!!
Sin esperar a si había despertado ya o no, Shanise corrió hacia la puerta.
—¡No! ¡¡Mierda, no!! —vociferó Marun, y se abalanzó sobre Ayame haciendo sellos con sólo una mano.
Las habilidades de Marun eran increíbles. Superaban las suyas por mucho, y ella estaba agotada por el yugo de la prisión acuática. Por eso, cuando él ya había posado la mano sobre su espalda, no había mucho más que pudiera hacer.
La había atrapado de nuevo.
—Eres... eres... —balbuceó—. ¿¡Por qué te eligieron a ti!? ¿¡Por qué a ti, para ser jinchuuriki!? ¡¡Alguien que no aprecia el noble linaje al que pertenece, alguien que...!!
Marun movió la espada rápidamente y la infundió en chakra eléctrico. Hizo que el filo tocara la esfera, y el mordisco de la corriente sacudió a Ayame como una furiosa tormenta.
—Lo has arruinado todo... Y pensar que los jefes siguen interesados en ti... Deberían sacarte el monstruo... ¡Debería ser yo!
—Ayame, grita. Grita más fuerte. —Una voz femenina habló desde dentro, desde todos y desde ningún lugar a la vez—. ¡Grita, y aplástalo!
Un torrente de chakra la envolvió y la llenó de energía, alivió su dolor e hizo que sus ojos y sus dientes cambiaran de forma...
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—¡Mogura-san, Mogura-san! ¡MANASE MOGURA, DESPIERTA! —Shanise zarandeaba a Mogura. Pero estaba roncando, con la boca abierta, espatarrado en la cama. No se había enterado—. ¡¡Es Ayame, vamos, Mogura-san!!
»Demonios, cómo duerme este condenado.
Shanise formuló una rápida serie de sellos, y lanzó un pequeño torrente de agua sobre el médico.
—¡Mizurappa! ¡Despierta, Manase! ¡¡ES URGENTE, AYAME ESTÁ EN PELIGRO!!
Sin esperar a si había despertado ya o no, Shanise corrió hacia la puerta.
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