11/09/2017, 10:55
—Miedo —replicó Daruu, avanzando un paso hacia ella. Y, sorprendida porque hubiese visto a través de ella con tanta facilidad, ella retrocedió otro, prácticamente dándole la razón—. Lo único que tienes es miedo. Miedo de mis habilidades.
Ayame se mordió el labio inferior, incapaz de negar la verdad. Daruu seguía acercándose a ella, como un tigre blanco al acecho de su próxima presa. Una presa temblorosa y temerosa que era incapaz de reaccionar antes de que le clavara los colmillos en la garganta y terminara con su vida. Y, sin embargo...
—¿Sabes qué nombre tiene eso?
Ayame despertó de su letargo. Sacudió la cabeza y, rápida como una centella, sacó dos shuriken de su portaobjetos que enarboló entre sus nudillos.
—¿Qué nombre tiene? —le devolvió la pregunta, en un peligroso siseo.
¿De verdad iba a volver a decirle aquella palabra? ¿Se atrevería a hacerlo?
Ayame se mordió el labio inferior, incapaz de negar la verdad. Daruu seguía acercándose a ella, como un tigre blanco al acecho de su próxima presa. Una presa temblorosa y temerosa que era incapaz de reaccionar antes de que le clavara los colmillos en la garganta y terminara con su vida. Y, sin embargo...
—¿Sabes qué nombre tiene eso?
Ayame despertó de su letargo. Sacudió la cabeza y, rápida como una centella, sacó dos shuriken de su portaobjetos que enarboló entre sus nudillos.
—¿Qué nombre tiene? —le devolvió la pregunta, en un peligroso siseo.
¿De verdad iba a volver a decirle aquella palabra? ¿Se atrevería a hacerlo?