13/09/2017, 19:28
La penitencia era realmente escasa, tanto en decoro como en espacio. La chica podía observar toda la estancia con un mero vistazo, viendo la jaula común en la que todos los prisioneros estaban encarcelados, una silla y una mesa. Sin duda alguna, aquella cárcel improvisada era un refugio provisional para aquellos presos, puesto que por ahí no se veía ni víveres para los carceleros, mucho menos para los encarcelados.
La pelirroja pudo observar como entre los presos había uno que había pagado el pato de que un escapase, un escarmiento para el resto sin lugar a dudas. Frente a la presentación de la chica, la mayoría parecieron alegrar, e incluso una mujer que abrazaba a su retoño se atrevió a adelantar su fuga, avisando a la salvadora dónde resguardaban los guardas las llaves de la celda.
—Gracias.
Sin demora, corrió hacia la mesa, y tomó las llaves que estaban sobre la misma. Apenas tomadas las llaves, la chica se dirigió hacia la puerta de la celda, buscando entre las llaves la mas apropiada. No habían demasiadas, no tardaría en encontrar la acertada.
—Mantened la calma, y seguidme, os guiaré hasta la guardia de la ciudad, y os pondré a salvo. Pero por favor, sigan todas mis instrucciones. —avisó mientras encontraba la llave que abriría la celda.
Apenas al tercer intento, la llave encajó, y abrió el cerrojo de metal. Con apuro, la chica abrió la puerta, dejando que el conjunto de presos pudiese salir. —Vamos, seguidme de cerca.
Sabiendo que llevaba a una tropa excitada por su supuesta libertad, la chica no quitaría ojo de encima a los presos, con tal de que no la liasen. Sin embargo, mantuvo un ritmo no demasiado lento y constante andando, que guiaría al conjunto de presos hasta fuera de la cueva. Obviamente, tampoco dejaba de estar atenta a si alguno de los carceleros regresaba, no podía permitirse el lujo de que la vieran haciendo escapar a todos esos presos...
La pelirroja pudo observar como entre los presos había uno que había pagado el pato de que un escapase, un escarmiento para el resto sin lugar a dudas. Frente a la presentación de la chica, la mayoría parecieron alegrar, e incluso una mujer que abrazaba a su retoño se atrevió a adelantar su fuga, avisando a la salvadora dónde resguardaban los guardas las llaves de la celda.
—Gracias.
Sin demora, corrió hacia la mesa, y tomó las llaves que estaban sobre la misma. Apenas tomadas las llaves, la chica se dirigió hacia la puerta de la celda, buscando entre las llaves la mas apropiada. No habían demasiadas, no tardaría en encontrar la acertada.
—Mantened la calma, y seguidme, os guiaré hasta la guardia de la ciudad, y os pondré a salvo. Pero por favor, sigan todas mis instrucciones. —avisó mientras encontraba la llave que abriría la celda.
Apenas al tercer intento, la llave encajó, y abrió el cerrojo de metal. Con apuro, la chica abrió la puerta, dejando que el conjunto de presos pudiese salir. —Vamos, seguidme de cerca.
Sabiendo que llevaba a una tropa excitada por su supuesta libertad, la chica no quitaría ojo de encima a los presos, con tal de que no la liasen. Sin embargo, mantuvo un ritmo no demasiado lento y constante andando, que guiaría al conjunto de presos hasta fuera de la cueva. Obviamente, tampoco dejaba de estar atenta a si alguno de los carceleros regresaba, no podía permitirse el lujo de que la vieran haciendo escapar a todos esos presos...