13/09/2017, 23:39
(Última modificación: 13/09/2017, 23:41 por Amedama Daruu.)
Cerró la puerta de su habitación tras de sí. Fuera, el Sol ya trataba de ocultarse detrás de los picos helados del Valle de los Dojos. Los rayos del sol se filtraban a través de las montañas, y, con un ángulo cerrado, magnificaban su sombra, haciéndola más grande y bañando las briznas de hierba, que se movían con el viento, de un color verde oscuro. «No debería ser así», pensó Daruu sonriéndose. Su sombra debía ser pequeña. Era la que le correspondía. Y no debía de corresponderle ninguna otra. Porque su sombra no debía sobresalir de las más grandes, aquellas que los shinobi debían habitar.
Buscando un poco de tranquilidad y el abrigo de la frescura húmeda de los bosques, Daruu se internó entre los árboles, en un bosque al sudeste de Sendoushi. Cabizbajo, pensaba sobre todas las cosas y sobre ninguna. Empezó a cruzar un gran puente.
Hacía unos días, Daruu había perdido su combate en el torneo. Perdido no es la palabra, más bien, empatado. «Eliminado, al fin y al cabo. ¿Qué es eso sino haber perdido?». Pero su pena era más bien pequeña, pues había cumplido su misión, se lo había pasado bien, y había aprendido más cosas sobre los Uchiha.
Se dio cuenta de que el crujir de sus botas sobre la madera estaba acompañado por otro crujir, más liviano, lejos. Daruu levantó la mirada de inmediato.
—¡Tú! —No se lo podía creer. Uchiha Akame, ¿en ese preciso momento? ¿Ese mismo día? Daruu se palpó el bolsillo, donde algo abultado esperaba, todavía sin terminar. Entrecerró los ojos, dudó un momento, y le plantó una mirada. No era una mirada desafiante, ni una mirada rencorosa. Era... una mirada.
»Recibí tus recuerdos, Akame-san —dijo—. ¿Te dio Datsue-kun los míos?
Luego, paseó sus ojos como la leche por el paisaje. Aquél emplazamiento era bastante pintoresco. Un puente partiendo un lago, ¿eh? «Por eso lo llaman el Lago Partido. Tiene sentido.»
—¿Te ordenaron vigilar el puente? —bromeó. No estaba seguro de si Akame lo interpretaría como una broma, pero aún así, se permitió hacerla. Se apartó a un lado y se apoyó en la baranda del puente—. La verdad es que llevo tiempo queriendo encontrarme contigo. Esperaba hacerlo durante el torneo, pero bueno... no salió bien.
Buscando un poco de tranquilidad y el abrigo de la frescura húmeda de los bosques, Daruu se internó entre los árboles, en un bosque al sudeste de Sendoushi. Cabizbajo, pensaba sobre todas las cosas y sobre ninguna. Empezó a cruzar un gran puente.
Hacía unos días, Daruu había perdido su combate en el torneo. Perdido no es la palabra, más bien, empatado. «Eliminado, al fin y al cabo. ¿Qué es eso sino haber perdido?». Pero su pena era más bien pequeña, pues había cumplido su misión, se lo había pasado bien, y había aprendido más cosas sobre los Uchiha.
Se dio cuenta de que el crujir de sus botas sobre la madera estaba acompañado por otro crujir, más liviano, lejos. Daruu levantó la mirada de inmediato.
—¡Tú! —No se lo podía creer. Uchiha Akame, ¿en ese preciso momento? ¿Ese mismo día? Daruu se palpó el bolsillo, donde algo abultado esperaba, todavía sin terminar. Entrecerró los ojos, dudó un momento, y le plantó una mirada. No era una mirada desafiante, ni una mirada rencorosa. Era... una mirada.
»Recibí tus recuerdos, Akame-san —dijo—. ¿Te dio Datsue-kun los míos?
Luego, paseó sus ojos como la leche por el paisaje. Aquél emplazamiento era bastante pintoresco. Un puente partiendo un lago, ¿eh? «Por eso lo llaman el Lago Partido. Tiene sentido.»
—¿Te ordenaron vigilar el puente? —bromeó. No estaba seguro de si Akame lo interpretaría como una broma, pero aún así, se permitió hacerla. Se apartó a un lado y se apoyó en la baranda del puente—. La verdad es que llevo tiempo queriendo encontrarme contigo. Esperaba hacerlo durante el torneo, pero bueno... no salió bien.