14/09/2017, 22:49
(Última modificación: 14/09/2017, 22:49 por Amedama Daruu.)
El Teppoudama de Daruu se abrió paso a través de la marea como quien divide un mar de aguas embravecidas. Ayame se cruzó de brazos justo a tiempo para mitigar el cañonazo acuático, y aún así salió despedida hacia atrás con vehemencia. La bala estalló, liberando una buena cantidad de agua en todas direcciones que empapó sus ropas y que hizo sentir a Daruu más cerca de su hogar, de Amegakure. Sonrió y se permitió cerrar los ojos un momento, sintiendo el frescor de las gotas en el rsotro.
Cuando se levantó, Ayame le miraba con furia. Confesó que había olvidado que él era más diestro que ella con el Suiton, pero afirmó que le haría retirar lo de que era una cobarde aunque fuese a la fuerza.
Las manos de Ayame se entrelazaron, de nuevo, en unos cuantos sellos, y terminaron en una palmada.
A ojos normales, no había ocurrido nada. Pero los ojos de Daruu no eran normales. Lo veía claramente: veía el chakra de Ayame llenando su sistema circulatorio, invadiéndolo, parasitándolo. El corazón empezó a latirle con fuerza mucho antes de oír aquellos zumbidos terroríficos.
Alguien había empezado a leerse Fundamentos del Genjutsu. E iba por una página más avanzada que él.
—No...
Se tapó los oídos, pero el zumbido no cesaba. Se hacía más y más fuerte, y Daruu sólo quiso morirse. Que terminase aquello ya. Que Ayame no siguiera. Que...
Las avispas estaban subiendo por su cuerpo. Estaban subiendo por su cuerpo. Estabansubiendoporsucuerpo. EstabansubiéndoleporlacinturayporlosbrazosyporlacarayélsequeríamoriryporquénoparaestoPORFAVOR.
—¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!
Las avispas empezaron a picar, a picar por todo su cuerpo, a producirle un terrible dolor, pese que a jamás le habían picado, pese a que sólo había sido un miedo irracional. Daruu se arrodilló, con las manos en la cabeza, con las manos en la cara, intentando que las avispas no... No... Las avispas se metieron en su boca, y las notó con su lengua y el zumbido no paraba de crecer y crecer y crecer y crecer y crecer
y crecer
y crecer
y crecer
y crecer
FFFUS.
Daruu respiró hondo, como quien se acaba de despertar de una de las peores pesadillas de su vida. Trastabilló un poco, y estuvo a punto de caerse, como en el Genjutsu. La cabeza le daba vueltas, y estaba sudando.
—Eres... eres... les... tengo fobia... les t-tengo fobia. L-les tengo fobia gilipollas gilipollas gilipollas gilipollas gilipollas...
Cayó de rodillas, llorando, con los puños clavados en el suelo. Sollozando, dio un puñetazo en la piedra, haciéndose un daño terrible. Y entonces...
—¡¡GILIPOLLAS!!
Daruu golpeó la piedra con fuerza, y un chorro de agua empezó a dirigirse hacia Ayame a toda velocidad. Si llegaba a tocarla, estallaría en un potente géiser.
Cuando se levantó, Ayame le miraba con furia. Confesó que había olvidado que él era más diestro que ella con el Suiton, pero afirmó que le haría retirar lo de que era una cobarde aunque fuese a la fuerza.
Las manos de Ayame se entrelazaron, de nuevo, en unos cuantos sellos, y terminaron en una palmada.
A ojos normales, no había ocurrido nada. Pero los ojos de Daruu no eran normales. Lo veía claramente: veía el chakra de Ayame llenando su sistema circulatorio, invadiéndolo, parasitándolo. El corazón empezó a latirle con fuerza mucho antes de oír aquellos zumbidos terroríficos.
Alguien había empezado a leerse Fundamentos del Genjutsu. E iba por una página más avanzada que él.
—No...
Se tapó los oídos, pero el zumbido no cesaba. Se hacía más y más fuerte, y Daruu sólo quiso morirse. Que terminase aquello ya. Que Ayame no siguiera. Que...
Las avispas estaban subiendo por su cuerpo. Estaban subiendo por su cuerpo. Estabansubiendoporsucuerpo. EstabansubiéndoleporlacinturayporlosbrazosyporlacarayélsequeríamoriryporquénoparaestoPORFAVOR.
—¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!
Las avispas empezaron a picar, a picar por todo su cuerpo, a producirle un terrible dolor, pese que a jamás le habían picado, pese a que sólo había sido un miedo irracional. Daruu se arrodilló, con las manos en la cabeza, con las manos en la cara, intentando que las avispas no... No... Las avispas se metieron en su boca, y las notó con su lengua y el zumbido no paraba de crecer y crecer y crecer y crecer y crecer
y crecer
y crecer
y crecer
y crecer
FFFUS.
Daruu respiró hondo, como quien se acaba de despertar de una de las peores pesadillas de su vida. Trastabilló un poco, y estuvo a punto de caerse, como en el Genjutsu. La cabeza le daba vueltas, y estaba sudando.
—Eres... eres... les... tengo fobia... les t-tengo fobia. L-les tengo fobia gilipollas gilipollas gilipollas gilipollas gilipollas...
Cayó de rodillas, llorando, con los puños clavados en el suelo. Sollozando, dio un puñetazo en la piedra, haciéndose un daño terrible. Y entonces...
—¡¡GILIPOLLAS!!
Daruu golpeó la piedra con fuerza, y un chorro de agua empezó a dirigirse hacia Ayame a toda velocidad. Si llegaba a tocarla, estallaría en un potente géiser.