15/09/2017, 13:34
La ilusión terminó. Daruu respiró hondo y se tambaleó peligrosamente, todo su cuerpo temblando con violencia.
—Eres... eres... les... tengo fobia... les t-tengo fobia. L-les tengo fobia gilipollas gilipollas gilipollas gilipollas gilipollas...
A Ayame se le cayó el alma a los pies. Daruu cayó al suelo de rodillas, y algo dentro de ella se rompió al verle llorar de aquella manera, con los puños clavados en la tierra y con sus palabras clavándose en su alma y su corazón como un kunai tras otro.
—¡¡GILIPOLLAS!! —aulló, y con un último puñetazo, una corriente de agua se abalanzó sobre ella desde el suelo.
Ni siquiera pudo reaccionar. O, quizás, ni siquiera quiso hacerlo. Volvió a cruzar los brazos en el último instante, cuando el agua se alzó hacia ella en un explosivo géiser que la levantó en el aire, hizo estallar su propio cuerpo en agua y después volvió a caer con estrépito al suelo. El charco de agua no tardó en volver a tomar la forma de una Ayame tirada de cualquier manera, con los ojos llorosos y las manos apoyadas en el suelo en su predisposición para levantarse.
—Lo siento... —gimoteó, alzando una mirada implorante hacia su compañero—. Yo no... yo no...
—Eres... eres... les... tengo fobia... les t-tengo fobia. L-les tengo fobia gilipollas gilipollas gilipollas gilipollas gilipollas...
A Ayame se le cayó el alma a los pies. Daruu cayó al suelo de rodillas, y algo dentro de ella se rompió al verle llorar de aquella manera, con los puños clavados en la tierra y con sus palabras clavándose en su alma y su corazón como un kunai tras otro.
—¡¡GILIPOLLAS!! —aulló, y con un último puñetazo, una corriente de agua se abalanzó sobre ella desde el suelo.
Ni siquiera pudo reaccionar. O, quizás, ni siquiera quiso hacerlo. Volvió a cruzar los brazos en el último instante, cuando el agua se alzó hacia ella en un explosivo géiser que la levantó en el aire, hizo estallar su propio cuerpo en agua y después volvió a caer con estrépito al suelo. El charco de agua no tardó en volver a tomar la forma de una Ayame tirada de cualquier manera, con los ojos llorosos y las manos apoyadas en el suelo en su predisposición para levantarse.
—Lo siento... —gimoteó, alzando una mirada implorante hacia su compañero—. Yo no... yo no...