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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#26
En otro momento y en otras condiciones, Akame habría aguantado, estoico, el comentario de la kunoichi de Amegakure. Tanto más le daba a él si Ayame pensaba que era un asesino, o un imbécil. Él había cumplido órdenes, y si en ese mismo momento se presentase la misma situación, no habría dudado; igual que aquel día en Minori.

Sin embargo, el Uchiha ya estaba calentito por el tema de la dichosa revista. Y que Ayame lo utilizase para intentar excusarse no hacía sino ponerle todavía más furioso. Normalmente en ese tipo de situaciones Akame siempre recurría a unos ejercicios de relajación muy básicos; inspiraba, expiraba, y trataba de ver la situación desde arriba. Como si no fuese con él. Como si no estuviese allí plantado, aguantando que tanto sus compañeros de Aldea como los extranjeros intentaran sacarle de sus casillas.

Akame se había ganado a pulso —al menos, en Uzushio— la fama de ser un shinobi tranquilo, calculador y profesional. Pero, en ese mismo instante, no se sentía ninguna de esas tres cosas.

¿¡Y qué demonios sabes tú de mí, eh!? —le espetó, furioso, con los ojos chispeantes de rabia—. ¡Nada!

Todos los amejin sois iguales. Os creéis por encima del bien y del mal, en posesión de la verdad absoluta. Juzgáis a todo el mundo como si vosotros no fuéseis bárbaros carentes de la más mínima disciplina o respeto por la cadena de mando. ¡No me jodas! —bufó, cabreado, y entonces reparó en la presencia de Haru.

La mirada de su compañero gennin fue como un sopapo de vuelta a la realidad. Entonces empezó a ser consciente de cómo acababa de perder los papeles, no sólo delante de un shinobi de su propia Aldea, sino de un ninja extranjero. Inspiró profundamente y luego espiró. Pero no se movió del sitio.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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Mensajes en este tema
RE: Un pañuelo para lustrar una espada - por Uchiha Akame - 15/09/2017, 16:09


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