15/09/2017, 18:41
Por curioso que resultase, semejante tajo pareció no causarle nada a Tamaro. No gritó, sólo se movió en el suelo como un gusano rastrero, revolcándose sobre la sangre de su muñón en completo silencio. Un silencio sepulcral que sirvió como advertencia inconsciente a lo que estaba a punto de suceder.
Y es que justo en ese momento, Yarou sintió el vestigio de su equivocación. Lo sintió desde su brazo, hasta sus piernas. Incluso su torso, o la lengua que yacía inválida en el interior de su boca. Tan sólo tuvo la capacidad de voltear la mirada y encontrarse con el clon de Oojima, viéndole en silencio, sin poder emitir ningún sonido, o ninguna palabra. Pero a la réplica del mercenario no le sería difícil discernir lo que estaba pasando: si es que el cuerpo de Yarou yacía ataviado de una gran hilera de símbolos oscuros semejantes a inscripciones típicas de sellado que le recorrían a diestra y siniestra, manteniéndole atado a sus propios prejuicios.
Había subestimado a Tamaro, y a aquel artefacto del que habría tenido que encargarse en primer lugar. Pero tras su acción, el curso del destino de todos los que se encontraban inmersos en aquella mansión habría cambiado escandalosamente de rumbo.
«Claro. Su objetivo nunca fue el anclaje directamente, sino yo» —meditó introspectivamente, a raíz de que sus dientes se chirriaban entre sí, víctima de los impulsos de aquel sello que buscaban asfixiarlo. No obstante, el experimentado Jonin sabía que las transcripciones de parálisis contaban con la única debilidad de que el chakra del afectado podría romper el sello si se trataba de cantidades meritorias de ello. La energía del amejin se compiló al unísono en todo su cuerpo, durante el momento justo en el que la esfera comenzó a resquebrajarse por sobre su mano, quemándole en el acto; desparramándose en un menjurje oloroso de alquitrán.
Viéndose libre, avanzó rápidamente hasta dos metros atrás y observó de allí el resultado de su error.
Aquella masa proveniente de la esfera no perdió el tiempo. Se sumergió a lo largo de las inscripciones de la barrera y contaminó su función, creando un despavorido temblor agobiante en los linderos de la bóveda. Poco después, la única protección del castillo cedió en el acto, tal y como el Uzumaki lo habría planeado.
«Mierda» —se increpó, penitente.
El amejin pasó de perder el tiempo con Tamaro —evidentemente silenciado por otra de las precauciones de la mente maestra de aquel plan— y se dirigió al clon del usuario de sumijutsu, a su vez que deshacía a su mizu bunshin, recuperando así el chakra invertido en él.
—Oojima-san, el asedio ha sido confeccionado por un habilidoso usuario de fūinjutsu, posiblemente miembro del clan Uzumaki; según lo familiar que me resultan las transcripciones. Me ha usado como catalizador para activar la esfera y así poder tumb...
Su silencio advirtió lo peor: y es que de pronto, la barrera volvió a la vida, pero a la inversa. Sellando el destino de aquellos en el interior a un inmisericordioso enfrentamiento.
—¿Así que era ésto lo que quería, no? —no pudo evitar sonreír ante la ironía de todo aquello—. Sólo necesito una cosa, Oojima-san. Localiza a Naomi y adviértele de que el enemigo se encuentra ya dentro. La única opción que tenemos es encontrarlo, y pronto.
La habilidad sensorial de Naomi sería vital. La necesitaban urgente.
Y es que justo en ese momento, Yarou sintió el vestigio de su equivocación. Lo sintió desde su brazo, hasta sus piernas. Incluso su torso, o la lengua que yacía inválida en el interior de su boca. Tan sólo tuvo la capacidad de voltear la mirada y encontrarse con el clon de Oojima, viéndole en silencio, sin poder emitir ningún sonido, o ninguna palabra. Pero a la réplica del mercenario no le sería difícil discernir lo que estaba pasando: si es que el cuerpo de Yarou yacía ataviado de una gran hilera de símbolos oscuros semejantes a inscripciones típicas de sellado que le recorrían a diestra y siniestra, manteniéndole atado a sus propios prejuicios.
Había subestimado a Tamaro, y a aquel artefacto del que habría tenido que encargarse en primer lugar. Pero tras su acción, el curso del destino de todos los que se encontraban inmersos en aquella mansión habría cambiado escandalosamente de rumbo.
«Claro. Su objetivo nunca fue el anclaje directamente, sino yo» —meditó introspectivamente, a raíz de que sus dientes se chirriaban entre sí, víctima de los impulsos de aquel sello que buscaban asfixiarlo. No obstante, el experimentado Jonin sabía que las transcripciones de parálisis contaban con la única debilidad de que el chakra del afectado podría romper el sello si se trataba de cantidades meritorias de ello. La energía del amejin se compiló al unísono en todo su cuerpo, durante el momento justo en el que la esfera comenzó a resquebrajarse por sobre su mano, quemándole en el acto; desparramándose en un menjurje oloroso de alquitrán.
Viéndose libre, avanzó rápidamente hasta dos metros atrás y observó de allí el resultado de su error.
Aquella masa proveniente de la esfera no perdió el tiempo. Se sumergió a lo largo de las inscripciones de la barrera y contaminó su función, creando un despavorido temblor agobiante en los linderos de la bóveda. Poco después, la única protección del castillo cedió en el acto, tal y como el Uzumaki lo habría planeado.
«Mierda» —se increpó, penitente.
El amejin pasó de perder el tiempo con Tamaro —evidentemente silenciado por otra de las precauciones de la mente maestra de aquel plan— y se dirigió al clon del usuario de sumijutsu, a su vez que deshacía a su mizu bunshin, recuperando así el chakra invertido en él.
—Oojima-san, el asedio ha sido confeccionado por un habilidoso usuario de fūinjutsu, posiblemente miembro del clan Uzumaki; según lo familiar que me resultan las transcripciones. Me ha usado como catalizador para activar la esfera y así poder tumb...
Su silencio advirtió lo peor: y es que de pronto, la barrera volvió a la vida, pero a la inversa. Sellando el destino de aquellos en el interior a un inmisericordioso enfrentamiento.
—¿Así que era ésto lo que quería, no? —no pudo evitar sonreír ante la ironía de todo aquello—. Sólo necesito una cosa, Oojima-san. Localiza a Naomi y adviértele de que el enemigo se encuentra ya dentro. La única opción que tenemos es encontrarlo, y pronto.
La habilidad sensorial de Naomi sería vital. La necesitaban urgente.