17/09/2017, 23:15
Akame se llevó una píldora de soldado a la boca y la masticó con ansia mientras oteaba el panorama. Tal y como habría previsto, Kaido se deshizo en agua al recibir los golpes tanto de la Teppōdama como de su clon; «¿entonces, no le hice nada? Parece igual o más confiado que antes...» Luchar contra un oponente al que no podías dañar era una idea desesperante, pero, ¿era ese realmente el caso? «Su chakra es más débil que antes, aunque puede que eso sea simplemente por el esfuerzo de realizar ese Suiton», reflexionó el Uchiha.
Tragó la pastilla energética y empezó a definir su siguiente jugada.
Todavía con su viejo ninjatō firmemente empuñado con la mano diestra, Akame empezó a avanzar a paso rápido hacia Kaido; unos seis metros les separaban cuando inició la marcha. Su clon, mientras tanto, empezaría a correr también buscando colocarse en la espalda del amejin. De esta forma, los Akames buscaban dividir la atención de su oponente.
Una vez a corta distancia, el verdadero Uchiha daría un súbito sprint para acercarse a Kaido y amagaría un ataque con su espada. Sin embargo esto no era más que un engaño, buscando provocar al Tiburón, porque su mano libre ya habría formado el sello del Tigre y de sus labios saldría expelida una nube de cenizas directa a la cara del amejin. Justo después, esperando haber cegado o al menos obstaculizado la visión de su oponente, Akame descargaría una estocada brutal contra la pierna izquierda del escualo, tratando de clavar su ninjatō en el muslo de Kaido.
El clon de cenizas, mientras tanto, aprovecharía el momento para cargar por la espalda del amejin y propinarle un reverendo puñetazo en la cabeza.