20/09/2017, 16:01
(Última modificación: 20/09/2017, 16:11 por Amedama Daruu.)
Sus dos cocorotas chocaron, y la de Ayame estalló en agua, mojándole el pelo, la ropa, la piel, el pelo, el pelo, el pelo...
—¡Me has mojado el pelo, mira cómo me has puesto idio- —Se detuvo al ver los dos ojos morados de su madre, que le juzgaban y le advertían a partes iguales. Esgrimió la más adorable —y falsa— de sus sonrisas, y se sentó lo más formal que pudo en la mesa.
Le dolía mucho la cabeza.
Ayame tenía la barbilla apoyada en la mesa, y, ahora sí, gimoteaba sinceramente. Por su parte, Daruu se mantenía con los brazos cruzados, los carrillos hinchados, y apartaba la mirada hacia un lado. Todos los demás integrantes de aquél pintoresco grupo tenían cara de Yakuza al que no le han pagado la última cuota. Bueno, todos excepto Kori, que ojeaba la carta del restaurante a toda velocidad.
—Sa... ¿Saben ya los señores qué van a tomar? —La voz de un camarero le sorprendió. Temblaba como un flan. A Daruu no le extrañaba; menudo espectáculo más lamentable el que acababan de protagonizar.
Daruu miró a Ayame de reojo y bufó.
«La señorita va a querer una ensalada de hostias.»
—Una pizza kusareña por favor. La que lleva york y piña. —De mala gana, señaló el espacio que ocupaba en la carta.
—Yo quiero un plato de pollo al limón.
—¡Me has mojado el pelo, mira cómo me has puesto idio- —Se detuvo al ver los dos ojos morados de su madre, que le juzgaban y le advertían a partes iguales. Esgrimió la más adorable —y falsa— de sus sonrisas, y se sentó lo más formal que pudo en la mesa.
Le dolía mucho la cabeza.
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Ayame tenía la barbilla apoyada en la mesa, y, ahora sí, gimoteaba sinceramente. Por su parte, Daruu se mantenía con los brazos cruzados, los carrillos hinchados, y apartaba la mirada hacia un lado. Todos los demás integrantes de aquél pintoresco grupo tenían cara de Yakuza al que no le han pagado la última cuota. Bueno, todos excepto Kori, que ojeaba la carta del restaurante a toda velocidad.
—Sa... ¿Saben ya los señores qué van a tomar? —La voz de un camarero le sorprendió. Temblaba como un flan. A Daruu no le extrañaba; menudo espectáculo más lamentable el que acababan de protagonizar.
Daruu miró a Ayame de reojo y bufó.
«La señorita va a querer una ensalada de hostias.»
—Una pizza kusareña por favor. La que lleva york y piña. —De mala gana, señaló el espacio que ocupaba en la carta.
—Yo quiero un plato de pollo al limón.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)