20/09/2017, 17:47
Bajo la amenaza de la chica, y con el grandullón totalmente envuelto como una momia, los otros maleantes consiguieron zafarse de la técnica acuosa. Mucho mas ágiles que su jefe, aunque puede que menos fuertes, los individuos decidieron no hacer caso a las palabras de la chica, y se apresuraron en recortar las distancias para con la chica.
«Mierda... nada, que al final voy a tener que reventarlos...»
La chica frunció el ceño, obligada a recurrir a la violencia. Pero antes de que hiciese nada, su compañero provisional se antepuso a las acciones del otro par, y con tan solo unos cuantos sellos de mano, realizó una nueva técnica Suiton que mandó a volar varios metros a los atacantes. Éstos, remojados y revoleados, no tuvieron opción a herir a la chica gracias a esa rápida intervención.
La chica se apartó un par de pasos hacia atrás, y dejó caer poco a poco con el torrente de papeles al hombre que tenía enrollado. Buscó con la mirada a los otros dos, y sonrió. Una sonrisa que para nada derrochaba amabilidad.
—Así que queréis ponerme a prueba, ¿verdad? —preguntó, retóricamente. —Pues jugaremos entonces, como vosotros queréis.
»Entre todos esos papeles que le cubren, hay cinco sellos explosivos. Son solo cinco sellos explosivos, suficientes para derribar toda esa maldita cueva, o un puto edificio. ¿Sabéis qué podría pasar con ese trozo de carne? ¿queréis descubrirlo? —su amenaza para nada era grata, iba rotunda y directa, sin dilaciones. —Como mováis un puto músculo, realizo un puto sello, y podréis recoger pedacitos de vuestro jefe con un cubito de playa y una pala por unos cuantos meses.
Torció el gesto, amenazante. —Vamos, juguemos un poco mas...
«Mierda... nada, que al final voy a tener que reventarlos...»
La chica frunció el ceño, obligada a recurrir a la violencia. Pero antes de que hiciese nada, su compañero provisional se antepuso a las acciones del otro par, y con tan solo unos cuantos sellos de mano, realizó una nueva técnica Suiton que mandó a volar varios metros a los atacantes. Éstos, remojados y revoleados, no tuvieron opción a herir a la chica gracias a esa rápida intervención.
La chica se apartó un par de pasos hacia atrás, y dejó caer poco a poco con el torrente de papeles al hombre que tenía enrollado. Buscó con la mirada a los otros dos, y sonrió. Una sonrisa que para nada derrochaba amabilidad.
—Así que queréis ponerme a prueba, ¿verdad? —preguntó, retóricamente. —Pues jugaremos entonces, como vosotros queréis.
»Entre todos esos papeles que le cubren, hay cinco sellos explosivos. Son solo cinco sellos explosivos, suficientes para derribar toda esa maldita cueva, o un puto edificio. ¿Sabéis qué podría pasar con ese trozo de carne? ¿queréis descubrirlo? —su amenaza para nada era grata, iba rotunda y directa, sin dilaciones. —Como mováis un puto músculo, realizo un puto sello, y podréis recoger pedacitos de vuestro jefe con un cubito de playa y una pala por unos cuantos meses.
Torció el gesto, amenazante. —Vamos, juguemos un poco mas...