21/09/2017, 17:38
Con aquel discurso improvisado y mal elaborado, Akame albergaba una diminuta, tímida esperanza de que todo quedase solucionado por arte de magia. ¿Se arrepentía de su beso con Koko? ¡Por los dioses, claro que no! Hubiera dado uno de sus ojos por volver a vivir ese momento. Había sido mágico... Y, precisamente por eso, tenía pavor a lo que pudiera venir después. No existía la magia en el mundo real. No había lugar para el romance entre compañeros.
O, al menos, eso pensó Akame en aquel momento.
Sea como fuere, cuando Koko —haciendo otra vez gala de su honestidad y su capacidad de ir al grano— le preguntó si la estaba rechazando, él dio un respingo encima de la cama que casi lo tira de espaldas.
—¡Oh! Eh, yo... Bueno, rechazar no sé si es la palabra... —había alzado ambas manos, como en posición defensiva—. ¡Pero es que ni siquiera sé qué piensas tú! —alegó, como si fuese el argumento definitivo.
O, al menos, eso pensó Akame en aquel momento.
Sea como fuere, cuando Koko —haciendo otra vez gala de su honestidad y su capacidad de ir al grano— le preguntó si la estaba rechazando, él dio un respingo encima de la cama que casi lo tira de espaldas.
—¡Oh! Eh, yo... Bueno, rechazar no sé si es la palabra... —había alzado ambas manos, como en posición defensiva—. ¡Pero es que ni siquiera sé qué piensas tú! —alegó, como si fuese el argumento definitivo.