21/09/2017, 17:54
Había algo raro en todo eso, era como si Akame el ”profesional” estuviese ocultando algo y no se atreviese a decirlo abiertamente. Primero le había dejado en claro que la había rechazado y justo después se contradijo, afirmando que en realidad no estaba seguro de lo que la chica pudiera estar pensando.
«¿No sabes si es la palabra…? »Era la incógnita en su mente que la llevó a alzar las cejas en señal de confusión.
—Pues… No me desagradas ni nada similar —dijo sincera—. No me molestaría intentarlo, creo que hasta me gustaría.
Lo malo eran las dudas que el chico le estaba generando con cada frase que soltaba, es decir, no estaba dejando las cosas en claro, era como si la estuviese rechazando pero no estuviese seguro de querer hacerlo por algún tipo de atracción.
Hasta que una nueva posibilidad se le vino a la mente a la Kageyama. Posibilidad por la cual se llevó una mano a los labios y se quedó con la vista en el piso, meditabunda.
—¿Será que no te gustó el beso? —preguntó como si estuviese hablando consigo misma.
«¿Los habré tenido resecos? »se preguntó tocándose los labios, pero estaban bien, suaves y sin irregularidades. «Tal vez no le gusten los labios tan gordos, ¿o será que lo aplasté? Que me acuerde me acosté encima suyo, no me sorprendería que se haya sentido agobiado. »Muchas posibilidades, pero pocas respuestas.
«¿No sabes si es la palabra…? »Era la incógnita en su mente que la llevó a alzar las cejas en señal de confusión.
—Pues… No me desagradas ni nada similar —dijo sincera—. No me molestaría intentarlo, creo que hasta me gustaría.
Lo malo eran las dudas que el chico le estaba generando con cada frase que soltaba, es decir, no estaba dejando las cosas en claro, era como si la estuviese rechazando pero no estuviese seguro de querer hacerlo por algún tipo de atracción.
Hasta que una nueva posibilidad se le vino a la mente a la Kageyama. Posibilidad por la cual se llevó una mano a los labios y se quedó con la vista en el piso, meditabunda.
—¿Será que no te gustó el beso? —preguntó como si estuviese hablando consigo misma.
«¿Los habré tenido resecos? »se preguntó tocándose los labios, pero estaban bien, suaves y sin irregularidades. «Tal vez no le gusten los labios tan gordos, ¿o será que lo aplasté? Que me acuerde me acosté encima suyo, no me sorprendería que se haya sentido agobiado. »Muchas posibilidades, pero pocas respuestas.