22/09/2017, 12:44
Daruu dio un respingo cuando su madre palmeó la mesa. Tragó saliva y bajó la mirada, avergonzado. Con ello, ya estaba todo sentenciado. Cursaron unos minutos de silencio incómodo, durante los cuales Daruu se dedicó a jugar con sus cubiertos: cogía el tenedor con dos dedos, le daba la vuelta; luego el cuchillo.
—Yo... voy al baño... —casi lloró Ayame.
Daruu desvió los ojos hacia arriba en un gesto de incomprensión. «Me llama de todo y ahora se ofende porque le digo que no sabe pronunciar pizza. Esta chica...»
Su madre le dirigió una larga mirada, cargada de significado. Daruu le tendió también una. Y así, como contestándose mentalmente, estuvieron unos diez segundos. Hasta que Daruu no pudo más.
—¡Oh, vamos! —dijo, sin levantar mucho la voz—. ¿Con todo lo que nos hemos peleado y ahora se pone a llorar? ¿Por qué tengo que decirle yo nada? ¡El problema es suyo por ponerse así!
—Esta niña...
—No sé, ya me dirás por qué acabasteis a golpes desde un primer momento.
—¡Me metió en una ilusión con avispas!
—¿Y antes?
—Sólo la llamé cobarde para forzarla a empezar a pelear...
Otra mirada.
—A veces, es necesario emitir una disculpa que no se siente como medio para alcanzar un acuerdo emocional entre dos personas —dijo Kori, con gran elocuencia, de pronto. Era la primera vez que había hablado. Le sostuvo una larga mirada—. En otras palabras: a veces hay que tragarse el orgullo.
Daruu resopló y retiró la silla de la mesa, apoyando las manos y levantándose.
—Está bien, está bien... —suspiró—. Esperaré a que salga del baño y hablaré con ella.
Se alejó dando zancadas y se metió en el interior del hotel. Zetsuo negó con la cabeza, con desaprobación, y echó mano del vaso de agua. Kori observaba a Daruu marcharse.
—En el fondo, siguen siendo unos niños. Tendrán que madurar todavía...
—¿A que hacen buena pareja?
—¡¡PFPFPAFPFASFSHFASF!! —Zetsuo escupió el vaso de agua, empapando a Kiroe.
»¿Pero qué dices, mujer? ¡Estás loca!
—¡Me has empapado, gilipollas!
—¡¡Repite eso!! —Zetsuo se levantó del asiento y se inclinó peligrosamente hacia Kiroe.
—¿Qué, qué vas a hacer? CO-BAR-DE.
El jounin se abalanzó sobre la pastelera, ella esquivó y le dio una colleja amistosa.
—¡Leeeeento...!
—...o tal vez no maduren nunca. —Kori suspiró, y dirigió toda su atención a una porción de tarta de vainilla que acababan de servir en la mesa de al lado. Aunque los comensales tenían más aspecto de querer largarse de allí lo más pronto posible que de querer comerse el pastel.
De hecho, se fueron. Kori se levantó, despacio, cogió el trozo de pastel y volvió a sentarse en la silla mientras los adultos discutían a plena voz. Clavó la cuchara en la tarta, y empezó a comer.
Daruu aguardaba fuera del baño de mujeres, apoyado en la pared.
—Vamos, Ayame... Se te oye llorar. —Golpeó la pared. Toc, toc, toc—. Escucha, lo siento, ¿vale? Te llamé cobarde sólo para picarte. Y luego perdí el control cuando me hiciste el Genjutsu. Pero... Pero acuérdate de los espaguetis o algo. ¡Va, venga, esto es una tontería!
—Yo... voy al baño... —casi lloró Ayame.
Daruu desvió los ojos hacia arriba en un gesto de incomprensión. «Me llama de todo y ahora se ofende porque le digo que no sabe pronunciar pizza. Esta chica...»
Su madre le dirigió una larga mirada, cargada de significado. Daruu le tendió también una. Y así, como contestándose mentalmente, estuvieron unos diez segundos. Hasta que Daruu no pudo más.
—¡Oh, vamos! —dijo, sin levantar mucho la voz—. ¿Con todo lo que nos hemos peleado y ahora se pone a llorar? ¿Por qué tengo que decirle yo nada? ¡El problema es suyo por ponerse así!
—Esta niña...
—No sé, ya me dirás por qué acabasteis a golpes desde un primer momento.
—¡Me metió en una ilusión con avispas!
—¿Y antes?
—Sólo la llamé cobarde para forzarla a empezar a pelear...
Otra mirada.
—A veces, es necesario emitir una disculpa que no se siente como medio para alcanzar un acuerdo emocional entre dos personas —dijo Kori, con gran elocuencia, de pronto. Era la primera vez que había hablado. Le sostuvo una larga mirada—. En otras palabras: a veces hay que tragarse el orgullo.
Daruu resopló y retiró la silla de la mesa, apoyando las manos y levantándose.
—Está bien, está bien... —suspiró—. Esperaré a que salga del baño y hablaré con ella.
Se alejó dando zancadas y se metió en el interior del hotel. Zetsuo negó con la cabeza, con desaprobación, y echó mano del vaso de agua. Kori observaba a Daruu marcharse.
—En el fondo, siguen siendo unos niños. Tendrán que madurar todavía...
—¿A que hacen buena pareja?
—¡¡PFPFPAFPFASFSHFASF!! —Zetsuo escupió el vaso de agua, empapando a Kiroe.
»¿Pero qué dices, mujer? ¡Estás loca!
—¡Me has empapado, gilipollas!
—¡¡Repite eso!! —Zetsuo se levantó del asiento y se inclinó peligrosamente hacia Kiroe.
—¿Qué, qué vas a hacer? CO-BAR-DE.
El jounin se abalanzó sobre la pastelera, ella esquivó y le dio una colleja amistosa.
—¡Leeeeento...!
—...o tal vez no maduren nunca. —Kori suspiró, y dirigió toda su atención a una porción de tarta de vainilla que acababan de servir en la mesa de al lado. Aunque los comensales tenían más aspecto de querer largarse de allí lo más pronto posible que de querer comerse el pastel.
De hecho, se fueron. Kori se levantó, despacio, cogió el trozo de pastel y volvió a sentarse en la silla mientras los adultos discutían a plena voz. Clavó la cuchara en la tarta, y empezó a comer.
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Daruu aguardaba fuera del baño de mujeres, apoyado en la pared.
—Vamos, Ayame... Se te oye llorar. —Golpeó la pared. Toc, toc, toc—. Escucha, lo siento, ¿vale? Te llamé cobarde sólo para picarte. Y luego perdí el control cuando me hiciste el Genjutsu. Pero... Pero acuérdate de los espaguetis o algo. ¡Va, venga, esto es una tontería!