23/09/2017, 05:31
Para Kaido resultó inevitable concluir la secuencia de sellos, a pesar de que ahí frente a él; yacía un imperturbable Akame viéndole directamente a los ojos. Ni la velocidad aumentada a través de una técnica tan útil como el sunshin había servido para ganarle la espalda. Akame desde el comienzo había estado anticipándose a cada una de sus estrategias, y así lo continuó haciendo, incluso para después del enorme tiburón acuático que salió despedido de las fauces del gyojin.
La silueta de aquella bestia viajó de todas formas hacia su enemigo, quien prevenido, tuvo la oportunidad de hacer alarde, nuevamente, de su tan variada nómina de técnicas. Ahora era un nuevo elemento el que invocaba su chakra, el doton, permitiéndole crear una enorme y férrea pared de tierra que se alzó frente a él para protegerle. El tiburón tocó la superficie rocosa dándole apenas una leve caricia marital al muro pedrusco y se escurrió entre su tierra.
Kaido jadeó, evidentemente fustigado por su oponente y también mermado físicamente por el continuo gasto de chakra. Frunció tanto el ceño que la vena de la frente estuvo apunto de explotarle, y soltó un par de perjuras ininteligibles entre tanto.
«Joder, ¿pero cómo es posible? ¡si es un crío también! no sólo maneja tres malditos elementos y posee un poderoso doujutsu, sino que es capaz de anticiparse a todos mis malditos movimientos. Tiene una puta combinación infranqueable de ataque y defensa, ¿cómo coño se le gana a eso?»
Su meditación, sin embargo, fue interrumpida por la súbita aparición de su oponente por el flanco de aquel muro victorioso. Entonces corrió y corrió para acortar distancias, a lo que un frustrado gyojin respondió de la forma más primitiva posible: desenfundó su kodachi y pensó en cortar a Akame en pedazos, tantos como pudiera meter en la jodida nevera de su casa en Amegakure.
—¡Ahí estás!
—Te voy a matar, hijo de puta.
Kaido corrió también, acercándose directamente hasta las fauces del lobo. Luego, el lobo mordió.
Un potente haz de luz brilló con intensidad agobiándole los ojos. Justo ahí no tuvo más remedio que sonreír desconcertado ante la ironía de que había caído en la trampa que Akame había podido evitar segundos antes tras él arrojar su propia hikaridama. Es como si el maldito ojos rojos se sacara el miembro en cada movimiento, y se lo balancease al público para que viera quién coño la tenía más grande.
«Soy un idiota...»
Aunque no lo vio venir, sí que pudo escuchar el rugido de aquellas llamas felinas formarse y acercarse hasta él. Escuchó el estallido, lo recibió complacido; aunque sólo se cubrió el rostro con los brazos. El fuego fatuo la carcomió parte de sus prendas y seguramente le quemaría algunas partes del cuerpo.
Pero su cuerpo era agua, agua que ahora se evaporaba. Sus brazos de pronto eran un grifo abierto e incontrolable, y así parte de la mitad de su rostro, y piernas.
Kaido goteó, y goteó, y rió y rió. Rió con medio rostro desfigurado, que se fue recomponiendo a medida de que avanzaba. Luego un paso, y dos. Caminó tambaleante y totalmente vulnerable hasta su oponente, herido y maltrecho. Pero sonriendo.
Al final, no le quedó de otra que seguir avanzando. Pasó al lado de Akame con paso mordaz y anunció lo que todos estaban esperando escuchar.
—Has ganado ésta vez, Uchiha Akame. La próxima... la próxima no te será tan fácil.
La silueta de aquella bestia viajó de todas formas hacia su enemigo, quien prevenido, tuvo la oportunidad de hacer alarde, nuevamente, de su tan variada nómina de técnicas. Ahora era un nuevo elemento el que invocaba su chakra, el doton, permitiéndole crear una enorme y férrea pared de tierra que se alzó frente a él para protegerle. El tiburón tocó la superficie rocosa dándole apenas una leve caricia marital al muro pedrusco y se escurrió entre su tierra.
Kaido jadeó, evidentemente fustigado por su oponente y también mermado físicamente por el continuo gasto de chakra. Frunció tanto el ceño que la vena de la frente estuvo apunto de explotarle, y soltó un par de perjuras ininteligibles entre tanto.
«Joder, ¿pero cómo es posible? ¡si es un crío también! no sólo maneja tres malditos elementos y posee un poderoso doujutsu, sino que es capaz de anticiparse a todos mis malditos movimientos. Tiene una puta combinación infranqueable de ataque y defensa, ¿cómo coño se le gana a eso?»
Su meditación, sin embargo, fue interrumpida por la súbita aparición de su oponente por el flanco de aquel muro victorioso. Entonces corrió y corrió para acortar distancias, a lo que un frustrado gyojin respondió de la forma más primitiva posible: desenfundó su kodachi y pensó en cortar a Akame en pedazos, tantos como pudiera meter en la jodida nevera de su casa en Amegakure.
—¡Ahí estás!
—Te voy a matar, hijo de puta.
Kaido corrió también, acercándose directamente hasta las fauces del lobo. Luego, el lobo mordió.
Un potente haz de luz brilló con intensidad agobiándole los ojos. Justo ahí no tuvo más remedio que sonreír desconcertado ante la ironía de que había caído en la trampa que Akame había podido evitar segundos antes tras él arrojar su propia hikaridama. Es como si el maldito ojos rojos se sacara el miembro en cada movimiento, y se lo balancease al público para que viera quién coño la tenía más grande.
«Soy un idiota...»
Aunque no lo vio venir, sí que pudo escuchar el rugido de aquellas llamas felinas formarse y acercarse hasta él. Escuchó el estallido, lo recibió complacido; aunque sólo se cubrió el rostro con los brazos. El fuego fatuo la carcomió parte de sus prendas y seguramente le quemaría algunas partes del cuerpo.
Pero su cuerpo era agua, agua que ahora se evaporaba. Sus brazos de pronto eran un grifo abierto e incontrolable, y así parte de la mitad de su rostro, y piernas.
Kaido goteó, y goteó, y rió y rió. Rió con medio rostro desfigurado, que se fue recomponiendo a medida de que avanzaba. Luego un paso, y dos. Caminó tambaleante y totalmente vulnerable hasta su oponente, herido y maltrecho. Pero sonriendo.
Al final, no le quedó de otra que seguir avanzando. Pasó al lado de Akame con paso mordaz y anunció lo que todos estaban esperando escuchar.
—Has ganado ésta vez, Uchiha Akame. La próxima... la próxima no te será tan fácil.