23/09/2017, 13:28
Akame ni siquiera tenía claro cómo había empezado todo. Sí sabía que lo primero fueron los gritos; unos gritos lejanos y desgarradores que se fueron acercando cada vez más hacia la biblioteca. Luego el estruendo de un gran peso al caer contra el suelo y el característico sonido del acero al desenvainarse. El resto fue una vorágine de sonidos, aullidos, golpes y humo a lo lejos que se desencadenó por toda la mansión.
Como respuesta, el Uchiha afianzó los correajes de su equipamiento; el portaobjetos en el lado derecho de la cintura, su fiel espada —Hazama no Goukyuu— atada al cinturón en la parte baja de la espalda.
Por su parte, Akodo Toturi y su subordinado —un guerrero enorme y musculoso, de al menos dos metros de altura y cien kilos de peso— no necesitaron más advertencia que los ruidos de la batalla que ya se estaba desarrollando fuera. El veterano soldado tomó su fiel Naginata, empuñándola con ambas manos, y aquella mole de hombre se echó al hombro su pesado tetsubō de hierro negro repleto de afiladas puntas.
—Salir fuera sería una imprudencia, no sabemos cuántos enemigos hay... Ni de qué naturaleza —apuntó Toturi, haciendo alusión a los clones de arcilla que les habían atacado en el camino—. Lo mejor será apostarnos aquí y defender este punto... Con todo lo que tengamos.
Akame no pudo sino asentir antes de aportar su propio grano de arena. El muchacho aprendía rápido, y la emboscada en el sendero días atrás le había enseñado un par de cosas.
—Sólo hay una entrada hasta la biblioteca, de modo que el enemigo tendrá que aparecer por ahí. Será más fácil defender un sólo punto, aunque, por contra... —«Estaremos atrapados en esta ratonera. Si perdemos, todos moriremos», quiso decir. Pero calló—. Deberíamos hacer algunas barriacadas en la puerta.
Los dos mercenarios asintieron, y mientras Akame revisaba el perímetro para asegurarse de que ningún enemigo podría sorprenderlos por alguna entrada trasera o lateral, Toturi y su compañero volcaron un par de gruesas estanterías y las dispusieron en forma de "V" justo frente a la entrada. Si alguien quería pasar por allí, debería enfrentarse a la barricada de madera y a la Naginata de Toturi antes de hacerlo.
Como respuesta, el Uchiha afianzó los correajes de su equipamiento; el portaobjetos en el lado derecho de la cintura, su fiel espada —Hazama no Goukyuu— atada al cinturón en la parte baja de la espalda.
Por su parte, Akodo Toturi y su subordinado —un guerrero enorme y musculoso, de al menos dos metros de altura y cien kilos de peso— no necesitaron más advertencia que los ruidos de la batalla que ya se estaba desarrollando fuera. El veterano soldado tomó su fiel Naginata, empuñándola con ambas manos, y aquella mole de hombre se echó al hombro su pesado tetsubō de hierro negro repleto de afiladas puntas.
—Salir fuera sería una imprudencia, no sabemos cuántos enemigos hay... Ni de qué naturaleza —apuntó Toturi, haciendo alusión a los clones de arcilla que les habían atacado en el camino—. Lo mejor será apostarnos aquí y defender este punto... Con todo lo que tengamos.
Akame no pudo sino asentir antes de aportar su propio grano de arena. El muchacho aprendía rápido, y la emboscada en el sendero días atrás le había enseñado un par de cosas.
—Sólo hay una entrada hasta la biblioteca, de modo que el enemigo tendrá que aparecer por ahí. Será más fácil defender un sólo punto, aunque, por contra... —«Estaremos atrapados en esta ratonera. Si perdemos, todos moriremos», quiso decir. Pero calló—. Deberíamos hacer algunas barriacadas en la puerta.
Los dos mercenarios asintieron, y mientras Akame revisaba el perímetro para asegurarse de que ningún enemigo podría sorprenderlos por alguna entrada trasera o lateral, Toturi y su compañero volcaron un par de gruesas estanterías y las dispusieron en forma de "V" justo frente a la entrada. Si alguien quería pasar por allí, debería enfrentarse a la barricada de madera y a la Naginata de Toturi antes de hacerlo.