23/09/2017, 20:21
«Ah, menos mal, no me ha mandado a paseo...»
Akame se sentía como un ciego tanteando en la oscuridad, pero de momento sus pasos parecían no ser demasiado osados. Koko no reaccionó ante su gesto de agarrarla del trasero más que incrementando la presión que ejercía sobre él. «¡Ah, ya le voy cogiendo el truco! Esto está chupado, ¡sí!», pensó el Uchiha, repleto de sí mismo. En realidad, besar no era tan difícil, ¿no?
Sin embargo, cuando ella se separó ligeramente para hablar, la pregunta reverberó en sus oídos como una piedra al llegar al fondo de un pozo. La respiración del muchacho se aceleró visiblemente mientras abría los ojos y las manos empezaban a temblarle. «¿Cómo que qué hacemos? ¿Está insinuando...?»
La sola idea hizo que estuviese a punto de sangrarle la nariz, pero por fortuna la hemorragia no llegó a sucederse. En lugar de eso, Akame simplemente agarró a Koko con más fuerza y la levantó ligeramente, empujando hacia delante, con la intención de dejarla sentada sobre el escritorio que había detrás de ella. Una vez allí, él se echaría sobre Koko... Lo suficiente para que sus entrepiernas se rozaran y la kunoichi pudiera sentir el bulto que, desde hacía rato, había surgido bajo los pantalones pesqueros del joven.
—Pues... Eh... Eh... —se atrevió a balbucear, incapaz de razonar.
Akame se sentía como un ciego tanteando en la oscuridad, pero de momento sus pasos parecían no ser demasiado osados. Koko no reaccionó ante su gesto de agarrarla del trasero más que incrementando la presión que ejercía sobre él. «¡Ah, ya le voy cogiendo el truco! Esto está chupado, ¡sí!», pensó el Uchiha, repleto de sí mismo. En realidad, besar no era tan difícil, ¿no?
Sin embargo, cuando ella se separó ligeramente para hablar, la pregunta reverberó en sus oídos como una piedra al llegar al fondo de un pozo. La respiración del muchacho se aceleró visiblemente mientras abría los ojos y las manos empezaban a temblarle. «¿Cómo que qué hacemos? ¿Está insinuando...?»
La sola idea hizo que estuviese a punto de sangrarle la nariz, pero por fortuna la hemorragia no llegó a sucederse. En lugar de eso, Akame simplemente agarró a Koko con más fuerza y la levantó ligeramente, empujando hacia delante, con la intención de dejarla sentada sobre el escritorio que había detrás de ella. Una vez allí, él se echaría sobre Koko... Lo suficiente para que sus entrepiernas se rozaran y la kunoichi pudiera sentir el bulto que, desde hacía rato, había surgido bajo los pantalones pesqueros del joven.
—Pues... Eh... Eh... —se atrevió a balbucear, incapaz de razonar.