24/09/2017, 18:50
Llegué más tarde de lo que lo hizo Eri a aquel callejón y para cuando llegué a tierra firme pude ver como la chcia de cabellos morados forcejeaba con una alcantarilla. Definitivamente había perdido los papeles.
«¿Qué hace?»
No había ni puñetero rastro del mirón. Absolutamente nada. Solo Eri forcejeando con la alcantarilla en vano y una vieja — probablemente la que acababa de emitir aquel grito — que señalaba con pavor precisamente la alcantarilla.
La muchacha desistió en sus intentos por levantar la reja con la que tanto interés tenía.
— ¿qué se supone que haces?
—Eh, tú —dijo con voz envenenada la kunoichi —. ¿Por casualidad no serías capaz de romper esto?
— Ah... Ya entiendo
Acto seguido pondríamos a prueba el corazón de la anciana.
Mi brazo se envolvió en chispas y cerré mi puño. en cuanto Eri se apartase le propinaría a Eri un señor puñetazo a aquel trozo de metal que chorreaba agua, haciendo explotar, junto a los trozos de pavimento anexos a él. El camino estaba abierto.
Sin esperar nada, me metí dentro. Ya había entendido lo que quiso decir Eri. El hijo puta ese se había metido por allí, seguramente bajo alguna técnica extraña. Pero una vez abajo no sabría por donde tirar. Izquierda, derecha, delante, detrás... Seguramente habría que echar una moneda al aire para decidirse. O tratar de afinar el oído.
«¿Qué hace?»
No había ni puñetero rastro del mirón. Absolutamente nada. Solo Eri forcejeando con la alcantarilla en vano y una vieja — probablemente la que acababa de emitir aquel grito — que señalaba con pavor precisamente la alcantarilla.
La muchacha desistió en sus intentos por levantar la reja con la que tanto interés tenía.
— ¿qué se supone que haces?
—Eh, tú —dijo con voz envenenada la kunoichi —. ¿Por casualidad no serías capaz de romper esto?
— Ah... Ya entiendo
Acto seguido pondríamos a prueba el corazón de la anciana.
Mi brazo se envolvió en chispas y cerré mi puño. en cuanto Eri se apartase le propinaría a Eri un señor puñetazo a aquel trozo de metal que chorreaba agua, haciendo explotar, junto a los trozos de pavimento anexos a él. El camino estaba abierto.
Sin esperar nada, me metí dentro. Ya había entendido lo que quiso decir Eri. El hijo puta ese se había metido por allí, seguramente bajo alguna técnica extraña. Pero una vez abajo no sabría por donde tirar. Izquierda, derecha, delante, detrás... Seguramente habría que echar una moneda al aire para decidirse. O tratar de afinar el oído.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa