24/09/2017, 20:59
(Última modificación: 24/09/2017, 20:59 por Amedama Daruu.)
Los cuernos del Gobi chocaron contra el costado del zorro gigante, que gritó con sumo dolor y fue empujado hacia atrás, derribando varios edificios por el camino. Warau era ahora una pequeña mancha, que había quedado en el aire tras dar un pequeño salto, y aterrizó sobre el lomo de Ayame, aferrándose al pelaje con fuerza.
Warau no tenía forma de manejar aquello. ¿Qué se supone que debía herir a un bijuu? De cualquier forma, por intentarlo no pasaba nada, así que extrajo un filo desde la palma de su mano y lo clavó en el lomo del animal. Ayame sentiría una punzada de dolor, como una picadura, pero mucho más dañina, allí donde la Risa había clavado la espada.
Y entonces, un shuriken gigante se clavó en el costado de Warau y lo despegó de lomos del animal, arrojándolo por la borda. Shanise estaba allí, volando, y estiró de la cadena que unía a su arma especial para acercarse a toda velocidad contra el enemigo.
—¡Gousuiwan! —exclamó, y golpeó en la cabeza al hombre, que salió disparado hacia un edificio y lo atravesó rompiendo una ventana. Shanise, aún enganchada a la cadena, entró junto a él y rodó, reincorporándose.
Warau se quitó el arma sin derramar apenas una gota de sangre.
—Primero hilos, ahora resulta que no sangras. ¿Dominas el arte de la Marioneta Humana, pues?
—Kishishishi. Veo que conoces a más gente como yo. Pero yo soy el mejor. Y tú estás muerta.
—¿Que estoy muerta? ¡Já! Que te lo crees t-...
Warau disparó su brazo, desencajándolo del cuerpo, y atravesó a Shanise a la altura del corazón con el filo que había usado para atacar al Gobi.
—Muerta. Y ahora, si me permites, déjame que vaya a encargarme de la niña.
El zorro contraatacaba a Ayame. Esta vez, abrió sus fauces y disparó una bola de fuego gigantesca, directa a ella.
«¡¡Lanza un laser de bijuudama!! ¡Atravesará al fuego y le daremos en toda la cara! ¡Acabarás con él!»
—¡Bien! Ha matado a mi... Arf... Clon. ¡Es una marioneta humana! Tenemos que darle justo en el corazón, si no, no conseguiremos matarlo. ¡Mira, por allá va!
»Escúchame bien, Mogura, necesito que vayas y te hagas... el valiente. Haz como que... como que le atacas. Como que quieres vengar a tus... compañeras. Y, y, cuando lo distraigas... Yo le daré el golpe de gracia.
Warau, desesperado, estaba mirando de un lado a otro, ignorando todo lo demás.
—¡Qué raro, parece que esté buscando algo!
«Después, ¡más vale que vuelvas a tu forma original! Si no, me temo que va a ser muy difícil que no hieras a tus compañeros. Esta vez, nada de ataques apresurados. ¡Y mejor con la versión 1! Así podrás deshacerte en agua si te golpean. ¿De acuerdo?»
Warau no tenía forma de manejar aquello. ¿Qué se supone que debía herir a un bijuu? De cualquier forma, por intentarlo no pasaba nada, así que extrajo un filo desde la palma de su mano y lo clavó en el lomo del animal. Ayame sentiría una punzada de dolor, como una picadura, pero mucho más dañina, allí donde la Risa había clavado la espada.
Y entonces, un shuriken gigante se clavó en el costado de Warau y lo despegó de lomos del animal, arrojándolo por la borda. Shanise estaba allí, volando, y estiró de la cadena que unía a su arma especial para acercarse a toda velocidad contra el enemigo.
—¡Gousuiwan! —exclamó, y golpeó en la cabeza al hombre, que salió disparado hacia un edificio y lo atravesó rompiendo una ventana. Shanise, aún enganchada a la cadena, entró junto a él y rodó, reincorporándose.
Warau se quitó el arma sin derramar apenas una gota de sangre.
—Primero hilos, ahora resulta que no sangras. ¿Dominas el arte de la Marioneta Humana, pues?
—Kishishishi. Veo que conoces a más gente como yo. Pero yo soy el mejor. Y tú estás muerta.
—¿Que estoy muerta? ¡Já! Que te lo crees t-...
Warau disparó su brazo, desencajándolo del cuerpo, y atravesó a Shanise a la altura del corazón con el filo que había usado para atacar al Gobi.
—Muerta. Y ahora, si me permites, déjame que vaya a encargarme de la niña.
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El zorro contraatacaba a Ayame. Esta vez, abrió sus fauces y disparó una bola de fuego gigantesca, directa a ella.
«¡¡Lanza un laser de bijuudama!! ¡Atravesará al fuego y le daremos en toda la cara! ¡Acabarás con él!»
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—¡Bien! Ha matado a mi... Arf... Clon. ¡Es una marioneta humana! Tenemos que darle justo en el corazón, si no, no conseguiremos matarlo. ¡Mira, por allá va!
»Escúchame bien, Mogura, necesito que vayas y te hagas... el valiente. Haz como que... como que le atacas. Como que quieres vengar a tus... compañeras. Y, y, cuando lo distraigas... Yo le daré el golpe de gracia.
Warau, desesperado, estaba mirando de un lado a otro, ignorando todo lo demás.
—¡Qué raro, parece que esté buscando algo!
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«Después, ¡más vale que vuelvas a tu forma original! Si no, me temo que va a ser muy difícil que no hieras a tus compañeros. Esta vez, nada de ataques apresurados. ¡Y mejor con la versión 1! Así podrás deshacerte en agua si te golpean. ¿De acuerdo?»
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