24/09/2017, 23:22
El roce y el calor subieron en intensidad, y poco después de empezar otra vez con aquella particular batalla entre los labios de los gennin, Koko volvería a notar la característica presión que ejercían los pantalones de Akame, directamente en su entrepierna. Él respiraba agitadamente mientras la besaba y ambos se revolvían en la cama, hasta que una de sus manos buscó colarse por debajo del pantalón de Koko.
«Movimiento arriesgado...»
Empezó internándose en la ropa de la kunoichi por la zona de la espalda y el culo, cauto y con la torpeza propia de la inexperiencia. Al mismo tiempo movería ligeramente las caderas para hacer que el roce en las entrepiernas fuera más notorio. Si la chica no se quejaba, iría desplazando la mano libre por su cintura hasta situarla finalmente donde el ombligo pierde su nombre.
«Movimiento arriesgado...»
Empezó internándose en la ropa de la kunoichi por la zona de la espalda y el culo, cauto y con la torpeza propia de la inexperiencia. Al mismo tiempo movería ligeramente las caderas para hacer que el roce en las entrepiernas fuera más notorio. Si la chica no se quejaba, iría desplazando la mano libre por su cintura hasta situarla finalmente donde el ombligo pierde su nombre.