25/09/2017, 12:48
Cuando Akame distinguió a la muchachita menuda y nerviosa que avanzó por el otro lado de la arena, no pudo sino torcer una sonrisa irónica. «Así que eras tú... La chica del agua. Aotsuki Ayame». El Uchiha correspondió a la inclinación de cabeza de ella —Ayame parecía resentida con él— y formuló el sello de la Confrontación.
«No te preocupes, Aotsuki-san, me aseguraré de que recuerdes mi nombre a la perfección...»
Quiso decirlo en voz alta, pero el campo de batalla no era lugar para las palabras. Él no había malgastado ninguna ese día y tampoco pensaba hacerlo.
Seis metros les separaban. Akame realizó un rapidísimo sello y luego escupió un torrente de cenizas que tomó su misma forma; el clon se quedó plantado frente a su creador, mirando a Ayame con cara de pocos amigos. El Uchiha le dio una palmada en la espalda y susurró.
—A por ella, tigre.
Como si de un comando mágico y automático se tratase, el Haijinbunshin echó a correr a toda velocidad hacia la amejin. Akame era consciente de que si aquella kunoichi había llegado a la final —pasando por encima de todos sus oponentes, entre ellos Riko—, debía ser realmente fuerte. No pensaba subestimarla en absoluto. Tenía información de ella, como que podía convertir su cuerpo en agua igual que Kaido, pero aparte de eso ignoraba cualquier otra habilidad que tuviese. Por esa misma razón mandaba a su clon en un ataque preventivo para tantear el terreno.
Cuando el clon de cenizas hubiese recortado la distancia que le separaba de Ayame y llegase a distancia de cuerpo a cuerpo intentaría encajarle, primero, un derechazo directo a la mandíbula; y luego un patada en las piernas para intentar hacerla caer al suelo.
«No te preocupes, Aotsuki-san, me aseguraré de que recuerdes mi nombre a la perfección...»
Quiso decirlo en voz alta, pero el campo de batalla no era lugar para las palabras. Él no había malgastado ninguna ese día y tampoco pensaba hacerlo.
Seis metros les separaban. Akame realizó un rapidísimo sello y luego escupió un torrente de cenizas que tomó su misma forma; el clon se quedó plantado frente a su creador, mirando a Ayame con cara de pocos amigos. El Uchiha le dio una palmada en la espalda y susurró.
—A por ella, tigre.
Como si de un comando mágico y automático se tratase, el Haijinbunshin echó a correr a toda velocidad hacia la amejin. Akame era consciente de que si aquella kunoichi había llegado a la final —pasando por encima de todos sus oponentes, entre ellos Riko—, debía ser realmente fuerte. No pensaba subestimarla en absoluto. Tenía información de ella, como que podía convertir su cuerpo en agua igual que Kaido, pero aparte de eso ignoraba cualquier otra habilidad que tuviese. Por esa misma razón mandaba a su clon en un ataque preventivo para tantear el terreno.
Cuando el clon de cenizas hubiese recortado la distancia que le separaba de Ayame y llegase a distancia de cuerpo a cuerpo intentaría encajarle, primero, un derechazo directo a la mandíbula; y luego un patada en las piernas para intentar hacerla caer al suelo.