25/09/2017, 13:46
«¡La puta mad...!»
Akame ni siquiera fue capaz de esquivarlo. Ni con su Sharingan. Aquella bestia de piedra y ónice se revolvió furiosa contra él después de recibir sus saetas ígneas y le propinó un tremendo coletazo en el pecho. El muchacho salió despedido por los aires hasta que una estantería detuvo su avance y le hizo caer, finalmente, al suelo.
—Jo... Joder —escupió el Uchiha, tratando de recuperar el aliento—. Es demasiado fuerte...
Sin embargo, el shinobi no estaba solo en aquella contienda. Motivados por los gritos de furia de la bestia al recibir el Katon de Akame, Toturi y su compañero mercenario se apresuraron a cubrir al muchacho. Sabían que ellos eran simples hombres, y sus armas estaban hechas de acero común y corriente; pero estaban decididos a darle, al menos, un par de segundos de respiro al ninja.
—¡Kuma-san, por la espalda! ¡Yo captaré su atención! —vociferó el Akodo.
Enarbolando su Naginata, Toturi trató de que el Dragón Negro le encarase. La bestia era rápida, pero él tenía unos brazos largos y una lanza todavía más larga para poner algo de terreno entre ambos. Reuniendo coraje y arrojo, el guerrero trató de plantarse frente al Dragón y trató de lancearlo en el pecho.
Si lo conseguía, su compañero se desplazaría hasta la retaguardia de aquel bicho para intentar descargarle un tetsubazo en una de sus piernas.
Mientras, Akame ya se había puesto en pie —no sin dificultad— y empezaba una larga cadena de sellos...
Akame ni siquiera fue capaz de esquivarlo. Ni con su Sharingan. Aquella bestia de piedra y ónice se revolvió furiosa contra él después de recibir sus saetas ígneas y le propinó un tremendo coletazo en el pecho. El muchacho salió despedido por los aires hasta que una estantería detuvo su avance y le hizo caer, finalmente, al suelo.
—Jo... Joder —escupió el Uchiha, tratando de recuperar el aliento—. Es demasiado fuerte...
Sin embargo, el shinobi no estaba solo en aquella contienda. Motivados por los gritos de furia de la bestia al recibir el Katon de Akame, Toturi y su compañero mercenario se apresuraron a cubrir al muchacho. Sabían que ellos eran simples hombres, y sus armas estaban hechas de acero común y corriente; pero estaban decididos a darle, al menos, un par de segundos de respiro al ninja.
—¡Kuma-san, por la espalda! ¡Yo captaré su atención! —vociferó el Akodo.
Enarbolando su Naginata, Toturi trató de que el Dragón Negro le encarase. La bestia era rápida, pero él tenía unos brazos largos y una lanza todavía más larga para poner algo de terreno entre ambos. Reuniendo coraje y arrojo, el guerrero trató de plantarse frente al Dragón y trató de lancearlo en el pecho.
Si lo conseguía, su compañero se desplazaría hasta la retaguardia de aquel bicho para intentar descargarle un tetsubazo en una de sus piernas.
Mientras, Akame ya se había puesto en pie —no sin dificultad— y empezaba una larga cadena de sellos...