26/09/2017, 00:12
Hozuki Chokichi, con la camiseta por encima de la nariz y agachado, se encogió como una ratita asustada cuando oyó a Eri sobre su cabeza tratando de arrancar la alcantarilla. Asustado y temeroso por que le descubriesen, se alejó de la luz de la luna que caía en picado a través de la rejilla y se escondió en el mejor sitio en el que un Hozuki se podía esconder: en el agua.
Porque él formaba parte del agua.
Yota, mientras tanto, mucho más bruto que su compañera de profesión, reventó la alcantarilla de un puñetazo eléctrico. La señora, que hasta el momento se había mantenido relativamente tranquila con la llegada de Eri, empezó a gritar, histérica, mientras corría calle abajo sin un rumbo claro.
—¡Guardias! ¡Guardias! ¡Unos vándalos! ¡Vándalos ninjas! —gritaba con voz estridente.
Pero el Kusareño estaba demasiado decidido a bajar como para hacer caso a tales trivialidades. Descendió de un salto, salpicándose con el agua del lugar —que no pasaba de los tobillos—, y entonces…
… Un olor putrefacto, un olor vomitivo y asqueroso se coló por sus fosas nasales y le inundó los pulmones. Un olor que se le pegó por dentro como el musgo, y que amenazó con hacerle vomitar de las arcadas que le produjeron. Cuando pudo controlarse, todavía con el estómago revuelto y los ojos llorosos, vio que se encontraba dentro de un gran tubo. Podía ir a izquierda o derecha, pero la única iluminación que había provenía de encima de su cabeza, en el boquete que él mismo había abierto con el ninjutsu. Por tanto, apenas conseguía distinguir nada más que sombras más allá de unos pocos metros.
Tampoco oyó nada, más allá del eco de su propia respiración agitada.
Porque él formaba parte del agua.
Yota, mientras tanto, mucho más bruto que su compañera de profesión, reventó la alcantarilla de un puñetazo eléctrico. La señora, que hasta el momento se había mantenido relativamente tranquila con la llegada de Eri, empezó a gritar, histérica, mientras corría calle abajo sin un rumbo claro.
—¡Guardias! ¡Guardias! ¡Unos vándalos! ¡Vándalos ninjas! —gritaba con voz estridente.
Pero el Kusareño estaba demasiado decidido a bajar como para hacer caso a tales trivialidades. Descendió de un salto, salpicándose con el agua del lugar —que no pasaba de los tobillos—, y entonces…
… Un olor putrefacto, un olor vomitivo y asqueroso se coló por sus fosas nasales y le inundó los pulmones. Un olor que se le pegó por dentro como el musgo, y que amenazó con hacerle vomitar de las arcadas que le produjeron. Cuando pudo controlarse, todavía con el estómago revuelto y los ojos llorosos, vio que se encontraba dentro de un gran tubo. Podía ir a izquierda o derecha, pero la única iluminación que había provenía de encima de su cabeza, en el boquete que él mismo había abierto con el ninjutsu. Por tanto, apenas conseguía distinguir nada más que sombras más allá de unos pocos metros.
Tampoco oyó nada, más allá del eco de su propia respiración agitada.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado