26/09/2017, 12:50
—Sí... sólo... ha sido el susto... supongo...
Sí, el susto, sí... Al menos ambas estaban bien, vivas. ¿Pero qué pasaba con los lugares que exploraba? A cada cual estaba peor montado que el anterior.
Ayame coincidió con ella de que lo mejor era irse a sus residencias, o mejor dicho, alejarse de allí lo antes posible. Se incorporó a la par que la joven de cabellos oscuros, solo que le costó un poco más ya que aún sentía que sus piernas seguían corriendo y corriendo, o al menos era la sensación que tenía, por ello se recordó mentalmente correr un poco más todos los días.
—Supongo que nos veremos en el torneo, Eri-san. Te deseo mucha suerte
Eri sonrió de vuelta.
—Igualmente Ayame-san, descansa, espero volver a verte. —inclinó su cabeza cuando ella lo hizo, a modo de despedida, y la kunoichi de la Lluvia se fue hacia lo que podía llamar casa temporal en el Valle. Ella, por su parte, dio una última ojeada al bosque que le produjo un escalofrío, luego salió por patas de allí en cuanto Ayame saliese de su campo de visión. Tampoco quería parecer una gallina.
Aunque lo era.
Vaya si lo era.
Sí, el susto, sí... Al menos ambas estaban bien, vivas. ¿Pero qué pasaba con los lugares que exploraba? A cada cual estaba peor montado que el anterior.
Ayame coincidió con ella de que lo mejor era irse a sus residencias, o mejor dicho, alejarse de allí lo antes posible. Se incorporó a la par que la joven de cabellos oscuros, solo que le costó un poco más ya que aún sentía que sus piernas seguían corriendo y corriendo, o al menos era la sensación que tenía, por ello se recordó mentalmente correr un poco más todos los días.
—Supongo que nos veremos en el torneo, Eri-san. Te deseo mucha suerte
Eri sonrió de vuelta.
—Igualmente Ayame-san, descansa, espero volver a verte. —inclinó su cabeza cuando ella lo hizo, a modo de despedida, y la kunoichi de la Lluvia se fue hacia lo que podía llamar casa temporal en el Valle. Ella, por su parte, dio una última ojeada al bosque que le produjo un escalofrío, luego salió por patas de allí en cuanto Ayame saliese de su campo de visión. Tampoco quería parecer una gallina.
Aunque lo era.
Vaya si lo era.