26/09/2017, 15:16
El revolcón siguió su picante curso mientras los dos muchachos se exploraban mutuamente, como los primerizos que eran, en busca del máximo placer. Besos, mordiscos, apretones y caricias fueron la tónica general del resto de la noche —como jóvenes que eran, no sentían la necesidad de dormir—, siempre acompañados de gemidos de mayor o menor intensidad y volumen.
Los primeros rayos de Sol se filtraron por las cortinas, echadas, y despertaron al Uchiha. Akame se revolvió en la cama, extraño, hasta que por fin recordó donde estaba; «en el cielo...» En lugar de levantarse diligentemente —como habría hecho de ser un día normal—, recoger su cuarto, vestirse y bajar a desayunar y a entrenar, el gennin se recostó sobre el blando colchón. A su lado, apoyada en su hombro, estaba la bella kunoichi de Uzu.
Akame le pasó una mano por la cara, acariciando su piel suave y cálida, y volvió la vista al techo.
«Por todos los dioses, esto ha sido... Maravilloso».
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Los primeros rayos de Sol se filtraron por las cortinas, echadas, y despertaron al Uchiha. Akame se revolvió en la cama, extraño, hasta que por fin recordó donde estaba; «en el cielo...» En lugar de levantarse diligentemente —como habría hecho de ser un día normal—, recoger su cuarto, vestirse y bajar a desayunar y a entrenar, el gennin se recostó sobre el blando colchón. A su lado, apoyada en su hombro, estaba la bella kunoichi de Uzu.
Akame le pasó una mano por la cara, acariciando su piel suave y cálida, y volvió la vista al techo.
«Por todos los dioses, esto ha sido... Maravilloso».