28/09/2017, 12:12
(Última modificación: 28/09/2017, 12:13 por Amedama Daruu.)
Daruu sintió la rabia contenida de Ayame incluso desde el otro lado del carruaje. Miró a su padre, enfadada, y la desafió preguntándole el por qué de esta decisión. Como si sólo hubiera tenido que ver con él.
Daruu arrugó la nariz con rabia y chasqueó los dedos, fuerte, para llamar la atención de Ayame.
—¿Por qué le miras a él? Estoy aquí, Ayame. Aquí.
Clavó sus ojos blancos en los marrones de Ayame.
—Porque se lo pedí yo. —dijo—. Porque quiero saber defenderme de tus ilusiones, y de las de Akame. Porque quiero ser fuerte.
»¿Has probado a pedírselo tú también?
Entonces, Daruu desvió la mirada hacia el cristal, malhumorado.
«Esta niña... ¡Madura de una vez, Ayame!»
Sacudió la cabeza, arrepentido.
«Mierda, no he empezado a entrenar con él y ya me voy pareciendo. ¡Joder!»
Daruu arrugó la nariz con rabia y chasqueó los dedos, fuerte, para llamar la atención de Ayame.
—¿Por qué le miras a él? Estoy aquí, Ayame. Aquí.
Clavó sus ojos blancos en los marrones de Ayame.
—Porque se lo pedí yo. —dijo—. Porque quiero saber defenderme de tus ilusiones, y de las de Akame. Porque quiero ser fuerte.
»¿Has probado a pedírselo tú también?
Entonces, Daruu desvió la mirada hacia el cristal, malhumorado.
«Esta niña... ¡Madura de una vez, Ayame!»
Sacudió la cabeza, arrepentido.
«Mierda, no he empezado a entrenar con él y ya me voy pareciendo. ¡Joder!»