29/09/2017, 12:45
(Última modificación: 29/09/2017, 12:52 por Amedama Daruu.)
Les instaron a que les acompañasen a la barandilla. Desde allí, se podía ver toda la aldea: desde el riachuelo que separaba el Edificio del Uzukage del resto, hasta toda la extensión del Parque de los Cerezos, y mucho más allá: las Costas del Remolino, las murallas de la aldea, bastante extensión de las Planicies del Silencio...
—Espero que podamos volver a ser una familia —dijo Hanabi, distraído.
—Seguro que sí. Quizás haya malentendidos. Quizás la transición sea dura. O quizás no, quien sabe. En cualquier caso, ya has oído a los Hermanos del Desierto, jeje...
»Tolerancia y sinceridad. Hermandad y honor. Esas son las cualidades que distinguen a nuestro país de otros. Y las que todo el mundo añora.
Poco a poco, la plaza se fue llenando de gente. Ellos se retiraron a un segundo plano, lo justo para que no se les viera. De vez en cuando, alguien asomaba la cabeza un momento para comprobar la cantidad de personas. Finalmente, Katsudon les dio la señal, y, junto a Rasen y Hanabi, salieron al balcón. Un chunin se acercó y le entregó un micrófono al Daimyo.
Era increíble. Con la inestabilidad política, los habitantes de la aldea estaban deseando que alguien pusiera orden, y al escuchar sobre el regreso del Señor Feudal, estaban esperanzados: eso se traducía en que la plaza no había estado tan abarrotada ni cuando a Gouna la hicieron kage.
—Amigos. Amigas —anunció Rasen—. La breve estancia de Zoku nos ha dejado una aldea sumida en el caos, tras una traición vil y temeraria.
»Sin embargo, empezaré diciendo desde ya que no se perseguirá a nadie por seguir a uno u a otro. Da igual si fuisteis partidarios de Zoku de Gouna, de quien sea. Ahora volvéis a ser ninjas de Uzushio. Y me complace anunciaros que el Consejo de Sabios ha sido restaurado.
»Para esta nueva era, he elegido un candidato para Uzukage. Quiero que le apoyéis, y que intentéis darle una oportunidad. Sé que no pertenece a ninguna familia de renombre, pero Zoku sí lo hacía, ¡y no ha salido bien! Estoy seguro que si Shiona pudiese vernos, lo que querría es que se restableciera el orden.
»Ese candidato es Sarutobi Hanabi.
Hanabi se adelantó, después de tragar saliva, evidentemente nervioso.
—Prometo servir a Uzushiogakure y a todos sus habitantes, tomar ejemplo de lo que aprendí de Shiona-sama. Creo que todos deberíamos tomar ejemplo. Sé que se dice de mí que soy irreflexivo y que me dejo llevar por las emociones, pero os aseguro que por encima de todo eso soy capaz de escuchar y entender, y creo que no hay mayor bondad en un líder que la de saber atender a sus shinobi y comprenderlos, siempre que sea posible.
»Lo primero que haremos será notificar a las otras dos aldeas para contarles la verdad. Si es necesario, me reuniré con sus líderes para discutir en persona lo sucedido.
»Después, restableceremos el orden en la aldea. Esto lo haremos desde el momento en que salgan los pájaros hacia Kusagakure y Amegakure. Si me aceptáis, podéis respirar tranquilos, porque velaré por el bien de todos, por la recostrucción de todos los daños y por el futuro.
Hubo aplausos. Quizás no el número ideal de aplausos, pero sí un número por encima del que esperaban. La gente era reacia a los cambios. Habían tenido demasiados cambios. Hanabi hizo una reverencia, aceptando la parte que le tocaba, y dio dos pasos atrás.
—Me gustaría hacer una mención de honor —dijo Rasen—. a estos dos shinobi. Uchiha Akame y Uchiha Datsue, que Zoku convirtió en jinchuuriki y pretendió utilizar como un arma.
La plaza ahogó un grito. Cuchicheos. Rasen arrugó la nariz, e instó a los Uchiha a que se pusieran a cada uno de sus flancos.
—Pero ellos se rebelaron. Y en un descuido, consiguieron acabar con el traidor. ¡Ellos sólos! A partir de hoy serán conocidos como los Hermanos del Desierto, Guardianes del Ichibi. Debedles el máximo respeto.
Hubo aplausos. Pero muchos menos. Muchos, muchos menos.
—Eso es todo. Espero que esta nueva era sea larga como lo fue la de Shiona. Y espero que tan pacífica y próspera, también.
Los murmullos se elevaron hasta un punto en el que se convirtieron en el runrún de una cafetería. Sólo que la cafetería medía cientos de metros y tenía una afluencia de miles de personas.
—Bueno, ya está hecho —suspiró Rasen, ya sin micro—. Espero que no os arrepintáis de la decisión de contar la verdad, chicos. Creo que algunos lo agradecerán, pero también que otros os van a tener miedo. Incluso puede que os rechacen.
—Haríais bien en salir de aquí discretamente y volver a casa hasta que todo se calme. Puede que la aldea tarde un tiempo en volver a la normalidad.
—Espero que podamos volver a ser una familia —dijo Hanabi, distraído.
—Seguro que sí. Quizás haya malentendidos. Quizás la transición sea dura. O quizás no, quien sabe. En cualquier caso, ya has oído a los Hermanos del Desierto, jeje...
»Tolerancia y sinceridad. Hermandad y honor. Esas son las cualidades que distinguen a nuestro país de otros. Y las que todo el mundo añora.
Poco a poco, la plaza se fue llenando de gente. Ellos se retiraron a un segundo plano, lo justo para que no se les viera. De vez en cuando, alguien asomaba la cabeza un momento para comprobar la cantidad de personas. Finalmente, Katsudon les dio la señal, y, junto a Rasen y Hanabi, salieron al balcón. Un chunin se acercó y le entregó un micrófono al Daimyo.
Era increíble. Con la inestabilidad política, los habitantes de la aldea estaban deseando que alguien pusiera orden, y al escuchar sobre el regreso del Señor Feudal, estaban esperanzados: eso se traducía en que la plaza no había estado tan abarrotada ni cuando a Gouna la hicieron kage.
—Amigos. Amigas —anunció Rasen—. La breve estancia de Zoku nos ha dejado una aldea sumida en el caos, tras una traición vil y temeraria.
»Sin embargo, empezaré diciendo desde ya que no se perseguirá a nadie por seguir a uno u a otro. Da igual si fuisteis partidarios de Zoku de Gouna, de quien sea. Ahora volvéis a ser ninjas de Uzushio. Y me complace anunciaros que el Consejo de Sabios ha sido restaurado.
»Para esta nueva era, he elegido un candidato para Uzukage. Quiero que le apoyéis, y que intentéis darle una oportunidad. Sé que no pertenece a ninguna familia de renombre, pero Zoku sí lo hacía, ¡y no ha salido bien! Estoy seguro que si Shiona pudiese vernos, lo que querría es que se restableciera el orden.
»Ese candidato es Sarutobi Hanabi.
Hanabi se adelantó, después de tragar saliva, evidentemente nervioso.
—Prometo servir a Uzushiogakure y a todos sus habitantes, tomar ejemplo de lo que aprendí de Shiona-sama. Creo que todos deberíamos tomar ejemplo. Sé que se dice de mí que soy irreflexivo y que me dejo llevar por las emociones, pero os aseguro que por encima de todo eso soy capaz de escuchar y entender, y creo que no hay mayor bondad en un líder que la de saber atender a sus shinobi y comprenderlos, siempre que sea posible.
»Lo primero que haremos será notificar a las otras dos aldeas para contarles la verdad. Si es necesario, me reuniré con sus líderes para discutir en persona lo sucedido.
»Después, restableceremos el orden en la aldea. Esto lo haremos desde el momento en que salgan los pájaros hacia Kusagakure y Amegakure. Si me aceptáis, podéis respirar tranquilos, porque velaré por el bien de todos, por la recostrucción de todos los daños y por el futuro.
Hubo aplausos. Quizás no el número ideal de aplausos, pero sí un número por encima del que esperaban. La gente era reacia a los cambios. Habían tenido demasiados cambios. Hanabi hizo una reverencia, aceptando la parte que le tocaba, y dio dos pasos atrás.
—Me gustaría hacer una mención de honor —dijo Rasen—. a estos dos shinobi. Uchiha Akame y Uchiha Datsue, que Zoku convirtió en jinchuuriki y pretendió utilizar como un arma.
La plaza ahogó un grito. Cuchicheos. Rasen arrugó la nariz, e instó a los Uchiha a que se pusieran a cada uno de sus flancos.
—Pero ellos se rebelaron. Y en un descuido, consiguieron acabar con el traidor. ¡Ellos sólos! A partir de hoy serán conocidos como los Hermanos del Desierto, Guardianes del Ichibi. Debedles el máximo respeto.
Hubo aplausos. Pero muchos menos. Muchos, muchos menos.
—Eso es todo. Espero que esta nueva era sea larga como lo fue la de Shiona. Y espero que tan pacífica y próspera, también.
Los murmullos se elevaron hasta un punto en el que se convirtieron en el runrún de una cafetería. Sólo que la cafetería medía cientos de metros y tenía una afluencia de miles de personas.
—Bueno, ya está hecho —suspiró Rasen, ya sin micro—. Espero que no os arrepintáis de la decisión de contar la verdad, chicos. Creo que algunos lo agradecerán, pero también que otros os van a tener miedo. Incluso puede que os rechacen.
—Haríais bien en salir de aquí discretamente y volver a casa hasta que todo se calme. Puede que la aldea tarde un tiempo en volver a la normalidad.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es