29/09/2017, 13:07
(Última modificación: 29/09/2017, 13:10 por Amedama Daruu.)
—Entonces te conocerán como el llorón de Amegakure —replicó Ayame.
—¡Ya veremos quien llora cuando te gane! —rio él.
Se volvieron hacia sus familias. Tras unos segundos de silencio, Zetsuo llamó a Ayame y la apremió para esforzarse en el siguiente combate. Ayame prometió ganar la siguiente ronda.
—Asegúrate de que no te den una paliza, Daruu-kun —dijo Kiroe.
—Lo intentaré. Y si hace falta, lucharé contra Ayame y le arrebataré el trofeo —Miró a Ayame, desafiante, con una sonrisa. Y Amenokami sabe que lo intentó. Pero si hubiera sabido entonces que se iba a enfrentar a alguien que acabaría por empatarle y arrojarlo fuera en la siguiente ronda después de todo aquello...
Los muchachos se despidieron del todo y empezaron a caminar hacia Nishinoya, pasando por el centro de Sendoshi. Cuando habían girado la esquina, Ayame le cogió la mano. Daruu dio un respingo. Con todo lo que habían discutido, ya casi ni se acordaba de que... Con Ayame...
Le vinieron las lágrimas a los ojos. Tiró de la mano de la muchacha y la cogió por detrás de la espalda, rodeando sus hombros con su brazo derecho.
—Demonios... Somos unos idiotas —dijo Daruu—. Deberíamos ser capaces de pelear amistosamente sin ponernos así.
—¡Ya veremos quien llora cuando te gane! —rio él.
Se volvieron hacia sus familias. Tras unos segundos de silencio, Zetsuo llamó a Ayame y la apremió para esforzarse en el siguiente combate. Ayame prometió ganar la siguiente ronda.
—Asegúrate de que no te den una paliza, Daruu-kun —dijo Kiroe.
—Lo intentaré. Y si hace falta, lucharé contra Ayame y le arrebataré el trofeo —Miró a Ayame, desafiante, con una sonrisa. Y Amenokami sabe que lo intentó. Pero si hubiera sabido entonces que se iba a enfrentar a alguien que acabaría por empatarle y arrojarlo fuera en la siguiente ronda después de todo aquello...
Los muchachos se despidieron del todo y empezaron a caminar hacia Nishinoya, pasando por el centro de Sendoshi. Cuando habían girado la esquina, Ayame le cogió la mano. Daruu dio un respingo. Con todo lo que habían discutido, ya casi ni se acordaba de que... Con Ayame...
Le vinieron las lágrimas a los ojos. Tiró de la mano de la muchacha y la cogió por detrás de la espalda, rodeando sus hombros con su brazo derecho.
—Demonios... Somos unos idiotas —dijo Daruu—. Deberíamos ser capaces de pelear amistosamente sin ponernos así.