29/09/2017, 18:33
—¡Ayame! —exclamó Daruu. Casi sin dejarle terminar la frase, se giró hacia ella y la zarandeó por los hombros—. ¿Quieres dejar de llorar de una vez, chiquilla? —le dijo con una sonrisa amable—. Ya está bien. Todo está bien. Además, la culpa es compartida.
Antes de que pudiera responder, la abrazó con fuerza. Y eso sólo consiguió desatar las lágrimas que estaba intentando contener. Se separó de ella, y pegó su frente a la de ella.
—Ya está. No pasa nada. No has arruinado nada. Fíjate, mira qué bonitas las luces.
—S... sí... —asintió ella, roja como un tomate.
Siguieron su camino agarrados de la mano, y cuando Ayame formuló aquel deseo sobre sus padres, Daruu volvió a detenerse en seco.
—No sé cómo se habrá podido enterar, ¿estás segura de eso? —preguntó Daruu.
—Bueno, segura, segura... —se encogió de hombros—. Me dijo que cuidara de ti y sonrió de una forma extraña... Quizás son sólo imaginaciones mías, pero casi me acuchillaba con sus ojos, te lo juro...
—Y, bueno... respecto a lo otro... Digamos que ya no tienes de qué preocuparte. Se lo he contado todo. Me ha... dado su... "aprobación".
Ayame se olvidó de respirar durante un instante. Había oído las palabras de Daruu. Oh, claro que las había oído. Pero procesarlas era un trabajo adicional y su cerebro estaba colapsando ante aquella información. Progresivamente, se fue poniendo más y más pálida.
—Q... ¿¡QUE QUÉ...!? —gritó, y le salió un gallo. Desesperada, agarró el jinbei de Daruu por el pecho—. P... ¡¿Pero por qué?! ¡¿Por qué lo has hecho, Daruu-kun?! ¡Me va a matar cuando me pille por banda a solas! ¡Seguramente se espere a cuando regresemos a Amegakure! Y entonces me... me... Ay, ay...
Antes de que pudiera responder, la abrazó con fuerza. Y eso sólo consiguió desatar las lágrimas que estaba intentando contener. Se separó de ella, y pegó su frente a la de ella.
—Ya está. No pasa nada. No has arruinado nada. Fíjate, mira qué bonitas las luces.
—S... sí... —asintió ella, roja como un tomate.
Siguieron su camino agarrados de la mano, y cuando Ayame formuló aquel deseo sobre sus padres, Daruu volvió a detenerse en seco.
—No sé cómo se habrá podido enterar, ¿estás segura de eso? —preguntó Daruu.
—Bueno, segura, segura... —se encogió de hombros—. Me dijo que cuidara de ti y sonrió de una forma extraña... Quizás son sólo imaginaciones mías, pero casi me acuchillaba con sus ojos, te lo juro...
—Y, bueno... respecto a lo otro... Digamos que ya no tienes de qué preocuparte. Se lo he contado todo. Me ha... dado su... "aprobación".
Ayame se olvidó de respirar durante un instante. Había oído las palabras de Daruu. Oh, claro que las había oído. Pero procesarlas era un trabajo adicional y su cerebro estaba colapsando ante aquella información. Progresivamente, se fue poniendo más y más pálida.
—Q... ¿¡QUE QUÉ...!? —gritó, y le salió un gallo. Desesperada, agarró el jinbei de Daruu por el pecho—. P... ¡¿Pero por qué?! ¡¿Por qué lo has hecho, Daruu-kun?! ¡Me va a matar cuando me pille por banda a solas! ¡Seguramente se espere a cuando regresemos a Amegakure! Y entonces me... me... Ay, ay...