1/10/2017, 17:05
Lo vieron venir de lejos, con su habitual vestimenta, su habitual peinado con dos trenzas mohicanas a cada lado y un moño encima, y, por supuesto, su habitual forma de caminar. Y es que a Uchiha Datsue se le podía reconocer tan solo por eso: lo hacía de una manera extrañamente pomposa, pero con tal arte que, más que transmitir soberbia, causaba gracia. En cada mano, dos enormes bolsas de la compra. Sobre sus hombros, sentada, una niña de no más de tres años. Tenía el pelo claro y rizo, y lo que más destacaba de ella eran sus ojos, enormes y verdes. A su lado, una mujer que había pasado la treintena, de barriga incipiente —fruto sin duda del embarazo— y cabellos oscuros.
Vieron como la niña señalaba a uno de los dos, y en seguida se enteraron, pese a la distancia que todavía les separaba, de a quién.
—¿Cómo? ¿¡No la conoces!? —exclamó Datsue, alzando la mirada hacia la niña, con voz exageradamente sorprendida—. ¡Pero si es la kunoichi más intrépida de Oonindo! —rugió, y la niña abrió todavía más los ojos, como si estuviese contemplando a una heroína de las que salían en los dibujos animados—. Ella es una uzureña —continuó—, ¡pero no una uzureña cualquiera! Ella es una Uzumaki, ¡pero no una Uzumaki cualquiera! —En aquel momento, los tres ya casi habían recortado toda la distancia que los separaba—. ¡Ella es Eriii...! —clavó una rodilla en el suelo y se arrodilló ante Eri.
»¡…la Rompesellooos! —gritó con voz grave y profunda, como si estuviese anunciando a una peligrosa y aterradora kunoichi. La niña aplaudió, dejándose llevar por la euforia de Datsue, mientras reía divertida.
La mujer, sin embargo, no pudo evitar soltar un suspiro mientras negaba con la cabeza.
—No cambia, ¿eh? —sonrió—. ¿Qué tal os va, chicos? ¡Parece que hace una eternidad que no os veo! ¡Cómo crecisteis!
La reconocieron en seguida: era la profesora de fuuinjutsu en la academia. Una mujer muy cariñosa con sus alumnos, dedicada y que intentaba siempre hacer las clases amenas. Akame la recordaba todavía mejor, pues había sido también la causante de uno de sus peores castigos en clase, cuando se dejó convencer por su amigo Haskoz para hacer juntos cierta broma… indecente. Además, tenía un marido que también había sido profesor en la academia, muerto recientemente en una misión. Un dato que quizá Akame o Eri desconocían, pues la tragedia había coincidido cuando se desarrollaba el Torneo de los Dojos.
—Mamá, él no es Akae —le corrigió la niña, tan convencida como que en Uzu había cerezos—. Él es el poesional —aseguró con voz grandilocuente, tratando de imitar a Datsue, y comiéndose algunas letras por el camino—. ¿Po’ qué te llaman así? —le preguntó de pronto, a Akame.
Vieron como la niña señalaba a uno de los dos, y en seguida se enteraron, pese a la distancia que todavía les separaba, de a quién.
—¿Cómo? ¿¡No la conoces!? —exclamó Datsue, alzando la mirada hacia la niña, con voz exageradamente sorprendida—. ¡Pero si es la kunoichi más intrépida de Oonindo! —rugió, y la niña abrió todavía más los ojos, como si estuviese contemplando a una heroína de las que salían en los dibujos animados—. Ella es una uzureña —continuó—, ¡pero no una uzureña cualquiera! Ella es una Uzumaki, ¡pero no una Uzumaki cualquiera! —En aquel momento, los tres ya casi habían recortado toda la distancia que los separaba—. ¡Ella es Eriii...! —clavó una rodilla en el suelo y se arrodilló ante Eri.
»¡…la Rompesellooos! —gritó con voz grave y profunda, como si estuviese anunciando a una peligrosa y aterradora kunoichi. La niña aplaudió, dejándose llevar por la euforia de Datsue, mientras reía divertida.
La mujer, sin embargo, no pudo evitar soltar un suspiro mientras negaba con la cabeza.
—No cambia, ¿eh? —sonrió—. ¿Qué tal os va, chicos? ¡Parece que hace una eternidad que no os veo! ¡Cómo crecisteis!
La reconocieron en seguida: era la profesora de fuuinjutsu en la academia. Una mujer muy cariñosa con sus alumnos, dedicada y que intentaba siempre hacer las clases amenas. Akame la recordaba todavía mejor, pues había sido también la causante de uno de sus peores castigos en clase, cuando se dejó convencer por su amigo Haskoz para hacer juntos cierta broma… indecente. Además, tenía un marido que también había sido profesor en la academia, muerto recientemente en una misión. Un dato que quizá Akame o Eri desconocían, pues la tragedia había coincidido cuando se desarrollaba el Torneo de los Dojos.
—Mamá, él no es Akae —le corrigió la niña, tan convencida como que en Uzu había cerezos—. Él es el poesional —aseguró con voz grandilocuente, tratando de imitar a Datsue, y comiéndose algunas letras por el camino—. ¿Po’ qué te llaman así? —le preguntó de pronto, a Akame.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado