2/10/2017, 19:48
Luego de aquella demostración, Akame probablemente habría llegado a la conclusión de que le será mucho más barato pagarle ropa a la joven kunoichi que llevarla a comer, y seguramente le haría muy bien recordarlo a futuro o podría hallarse en una situación económica bastante complicada si no tiene cuidado.
La conversación sobre Datsue de cualquier forma se vio olvidada totalmente, la rubia que tenía que seguir hablando hasta dejar la propuesta de la mediación se olvidó completamente de todo por tener un gran tazón de ramen delante suyo y no paró de comer hasta que se terminó el contenido del mismo.
Una vez que ambos estuvieron satisfechos —lo cual solo fue posible tras otros dos tazones para la Kageyama—, ambos shinobis dieron un paseo por los senderos del Valle, usualmente aburridos si se recorren completamente solo pero esta vez la pecosa iba acompañada de Akame, con quien… Bueno, siguieron experimentando en cuanto se encontraron alguno que otro lugar algo escondido.
No podían quejarse de lo que estaban experimentando, ambos lo estaban disfrutando plenamente a pesar de la inexperiencia y tal vez eso lo hacía mejor aún, pues los dos estaban aprendiendo al unísono. «Lo que me estuve perdiendo, por dios »pensaba la rubia quien alegremente caminaba aferrada al brazo del Uchiha.
Luego de todo ese paseo que demoró varias horas, suficiente tiempo para que el sol se ocultase completamente, ambos regresaron hasta Nantōnoya, donde se separarían por primera vez después de casi un día completo de estar juntos. Eso sí, la kunoichi se negó a separarse sin antes haber intercambiado direcciones con él y una vez hecho, le plantó un beso apasionado a modo de despedida, tras lo cual regresó alegre hasta su habitación en el recinto.
Dentro de la habitación, ya cerrada con pestillo y con la ventana bien cerrada, la rubia fue a dormir, no sin antes tantearse el vientre pellizcando los llamados ”rollos”, símbolo de su gordura. «Bueno, toca quemarlos »pensó ya convencida de que tenía que despegarse de los dulces y retomar su vida sana comiendo verduras y entrenando diariamente.
La conversación sobre Datsue de cualquier forma se vio olvidada totalmente, la rubia que tenía que seguir hablando hasta dejar la propuesta de la mediación se olvidó completamente de todo por tener un gran tazón de ramen delante suyo y no paró de comer hasta que se terminó el contenido del mismo.
Una vez que ambos estuvieron satisfechos —lo cual solo fue posible tras otros dos tazones para la Kageyama—, ambos shinobis dieron un paseo por los senderos del Valle, usualmente aburridos si se recorren completamente solo pero esta vez la pecosa iba acompañada de Akame, con quien… Bueno, siguieron experimentando en cuanto se encontraron alguno que otro lugar algo escondido.
No podían quejarse de lo que estaban experimentando, ambos lo estaban disfrutando plenamente a pesar de la inexperiencia y tal vez eso lo hacía mejor aún, pues los dos estaban aprendiendo al unísono. «Lo que me estuve perdiendo, por dios »pensaba la rubia quien alegremente caminaba aferrada al brazo del Uchiha.
Luego de todo ese paseo que demoró varias horas, suficiente tiempo para que el sol se ocultase completamente, ambos regresaron hasta Nantōnoya, donde se separarían por primera vez después de casi un día completo de estar juntos. Eso sí, la kunoichi se negó a separarse sin antes haber intercambiado direcciones con él y una vez hecho, le plantó un beso apasionado a modo de despedida, tras lo cual regresó alegre hasta su habitación en el recinto.
Dentro de la habitación, ya cerrada con pestillo y con la ventana bien cerrada, la rubia fue a dormir, no sin antes tantearse el vientre pellizcando los llamados ”rollos”, símbolo de su gordura. «Bueno, toca quemarlos »pensó ya convencida de que tenía que despegarse de los dulces y retomar su vida sana comiendo verduras y entrenando diariamente.