3/10/2017, 16:55
(Última modificación: 3/10/2017, 16:57 por Uchiha Akame.)
El Uchiha no pudo contener un grito de júbilo al ver como la estrategia de los dos veteranos salía a pedir de boca. Dividiendo la atención del monstruo con pericia y habilidad, el llamado Kuma fue capaz de descargar un brutal mazazo sobre una de las patas traseras del Dragón Negro, que cedió ante la fuerza de aquella mole y acabó rota en varios pedazos.
—¡Así se hace, Kuma-san! —bramó Toturi antes de darle él mismo un reverendo lanzazo a la bestia.
Viéndose dañado y superado por momentos, el Dragón Negro emitió un terrorífico rugido y se alzó en el aire. Los siguientes instantes sucedieron a toda velocidad; la bestia golpeando con su cola, dura como un diamante, al Akodo. El soldado volando por los aires como un muñeco de trapo hasta estrellarse en algún punto fuera del campo visual de Akame. Y, por último, el corpulento Kuma interponiéndose entre Akame y aquella aberración de piedra.
—¡Kuma-san! —exclamó el Uchiha, consciente del peligro que se les venía encima.
Pero el veterano no cejó en su empeño de protegerle. El aliento ardiente del Dragón Negro le calcinó por completo, y Akame tuvo que esquivarlo rodando a un lado. Al incorporarse, vio el cuerpo —probablemente ya sin vida— de aquel mercenario; la carne quemada, el olor nauseabundo que empezaba a emitir, la armadura tiznada y el cuero chamuscado.
«¡No! ¡Joder!»
El Uchiha realizó una serie de sellos y se llevó una mano a la boca, formando una "o". «¡Vas a ver quién es el verdadero Dragón, monstruo!»
—¡Katon! ¡Gōkakyū no Jutsu!
Akame infló el pecho y exhaló una gigantesca bola de fuego que buscó engullir al Dragón Negro y reducirlo a meras cenizas. Aquel Katon era la técnica más poderosa que el joven gennin se veía capaz de realizar, potenciado con todo el chakra que podía reunir y una buena dosis de ira también.
Toturi, por su parte, se reincorporó con gesto dolorido ayudándose de su lanza. Estaba aturdido y malherido —el coletazo del Dragón Negro le había impactado de lleno—, pero aun así se rehusaba a dejar a un muchacho peleando en solitario contra semejante abominación. Haciendo acopio de voluntad, el mercenario se puso en pie y enarboló su lanza, volviendo a la batalla.
—¡Así se hace, Kuma-san! —bramó Toturi antes de darle él mismo un reverendo lanzazo a la bestia.
Viéndose dañado y superado por momentos, el Dragón Negro emitió un terrorífico rugido y se alzó en el aire. Los siguientes instantes sucedieron a toda velocidad; la bestia golpeando con su cola, dura como un diamante, al Akodo. El soldado volando por los aires como un muñeco de trapo hasta estrellarse en algún punto fuera del campo visual de Akame. Y, por último, el corpulento Kuma interponiéndose entre Akame y aquella aberración de piedra.
—¡Kuma-san! —exclamó el Uchiha, consciente del peligro que se les venía encima.
Pero el veterano no cejó en su empeño de protegerle. El aliento ardiente del Dragón Negro le calcinó por completo, y Akame tuvo que esquivarlo rodando a un lado. Al incorporarse, vio el cuerpo —probablemente ya sin vida— de aquel mercenario; la carne quemada, el olor nauseabundo que empezaba a emitir, la armadura tiznada y el cuero chamuscado.
«¡No! ¡Joder!»
El Uchiha realizó una serie de sellos y se llevó una mano a la boca, formando una "o". «¡Vas a ver quién es el verdadero Dragón, monstruo!»
—¡Katon! ¡Gōkakyū no Jutsu!
Akame infló el pecho y exhaló una gigantesca bola de fuego que buscó engullir al Dragón Negro y reducirlo a meras cenizas. Aquel Katon era la técnica más poderosa que el joven gennin se veía capaz de realizar, potenciado con todo el chakra que podía reunir y una buena dosis de ira también.
Toturi, por su parte, se reincorporó con gesto dolorido ayudándose de su lanza. Estaba aturdido y malherido —el coletazo del Dragón Negro le había impactado de lleno—, pero aun así se rehusaba a dejar a un muchacho peleando en solitario contra semejante abominación. Haciendo acopio de voluntad, el mercenario se puso en pie y enarboló su lanza, volviendo a la batalla.