3/10/2017, 20:22
«Ahí estás, Datsue. ¿Vas a hacerlo de verdad...?»
Akame reconoció el brillo del desafío en los ojos de su contrincante al momento. Era casi como un sexto sentido, una capacidad para preveer cuando alguien había aceptado ya un combate, en su fuero más interno, y no iba a echarse atrás. Ya no había retorno posible; todo debía solucionarse a sangre y fuego. Pese a que estaban combatiendo en la Academia, como todos los estudiantes de Uzu, aquella pelea era distinta. No hubo Sello de la Confrontación antes de empezar, ni lo habría de la Reconciliación al terminar. No había términos amables. Sería una lucha brutal en la que cada uno lo daría todo y que no acabaría hasta que no pudieran continuar.
Lejos de amilanarse como había hecho otras veces, Datsue tomó la iniciativa. Fue él quien agarró a Akame del cuello y buscó propinarle un reverendo cabezazo en la nariz. Sin embargo, el Sharingan del mayor de los Uchiha previó este movimiento, y Akame bajó la cabeza para que ambas testas chocaran en un sonoro clonk.
Sin perder un segundo el Uchiha se echó hacia atrás con un paso rápido, liberándose del agarre de Datsue con un manotazo rápido en la muñeca del susodicho mientras su mano libre formaba un único sello. Casi al instante Akame expelió una nube de cenizas ardientes directa al rostro de Datsue, buscando causarle dolor y cegarle durante unos valiosos instantes.
El Uchiha aprovecharía entonces aquel momento para sacudirle a su compañero un puñetazo de derecha en toda la mandíbula, seguido de una patada en el pecho que buscaría hacerlo caer de espaldas. Luego retrocedería hasta el banco para colgarse su ninjatō a la espalda y finalmente colocarse en guardia, a unos seis metros de Datsue.
Akame reconoció el brillo del desafío en los ojos de su contrincante al momento. Era casi como un sexto sentido, una capacidad para preveer cuando alguien había aceptado ya un combate, en su fuero más interno, y no iba a echarse atrás. Ya no había retorno posible; todo debía solucionarse a sangre y fuego. Pese a que estaban combatiendo en la Academia, como todos los estudiantes de Uzu, aquella pelea era distinta. No hubo Sello de la Confrontación antes de empezar, ni lo habría de la Reconciliación al terminar. No había términos amables. Sería una lucha brutal en la que cada uno lo daría todo y que no acabaría hasta que no pudieran continuar.
Lejos de amilanarse como había hecho otras veces, Datsue tomó la iniciativa. Fue él quien agarró a Akame del cuello y buscó propinarle un reverendo cabezazo en la nariz. Sin embargo, el Sharingan del mayor de los Uchiha previó este movimiento, y Akame bajó la cabeza para que ambas testas chocaran en un sonoro clonk.
Sin perder un segundo el Uchiha se echó hacia atrás con un paso rápido, liberándose del agarre de Datsue con un manotazo rápido en la muñeca del susodicho mientras su mano libre formaba un único sello. Casi al instante Akame expelió una nube de cenizas ardientes directa al rostro de Datsue, buscando causarle dolor y cegarle durante unos valiosos instantes.
El Uchiha aprovecharía entonces aquel momento para sacudirle a su compañero un puñetazo de derecha en toda la mandíbula, seguido de una patada en el pecho que buscaría hacerlo caer de espaldas. Luego retrocedería hasta el banco para colgarse su ninjatō a la espalda y finalmente colocarse en guardia, a unos seis metros de Datsue.